martes, 15 de noviembre de 2016

Acción de Gracias

Ya está ahí la Navidad. Ha llegado el frío, aunque igual se va de nuevo. Los anuncios de juguetes y colonias se suceden. Y, desde hace unos pocos años, se oye hablar en España del "Black Friday". El 24 de noviembre, jueves, es Acción de Gracias en Estados Unidos (en Canadá fue hace tiempo, en octubre), el momento de los grandes regalos en ese país. Así que el viernes 25 se inicia la campaña de Navidad, y lo hacen a lo grande, con enormes descuentos.

A mí, católico practicante, reconozco que hay fiestas de otros lugares, incluso otras religiones, que me parecen muy atractivas. Evidentemente, no es plan estar todo el día de celebraciones, pero por poner un ejemplo, como cristiano que soy me gustan algunas fiestas judías que conmemoran hechos bíblicos, de esa parte de las escrituras que comparto con los judíos. Son festividades que nosotros hemos perdido o, más bien, transformado.

Acción de Gracias es una de esas festividades que me gustan. Eso de dar gracias por lo que uno tiene es bonito. No hablo ya desde una dimensión religiosa, que también. Hacerse uno consciente de lo que tiene y celebrarlo, creo que ayuda a tener una visión más optimista y menos quejica de la vida. Es una de esas cosas que habría que hacer todos los días pero no se hacen. Reservar un día en el calendario para ello resulta instructivo. Es un recordatorio. Y un recordatorio bonito que se comparte con los demás. Para colmo, Acción de Gracias suele celebrarse en familia, alrededor de una mesa llena de buena comida y bebida. Y a mí esas ocasiones me recuerdan a mi infancia y me encantan.

Esas celebraciones son bonitas en verano, pero en invierno tienen un no sé qué... Supongo que estar tanta gente juntita en un lugar cálido, frente al frío exterior. Además, cenando, lo que implica que ahí fuera está oscuro. Me da la sensación de hogar. Hogar lleno de gente. De familia. De unidad. Luego nos tiramos los trastos, pero toda excusa para reunirse en el calorcito de un comedor, hablando, discutiendo, liándola si es necesario, celebrando algo por estúpido que sea, me reconforta. Pero no dos o tres. Cuantos más, mejor. Si son menos de diez, no mola tanto.

Así que Acción de Gracias, como la Navidad, lo tiene todo. Familia, frío fuera y comida. Adorable. Y, encima, un buen propósito. ¿Se puede pedir más?

Pues nada... ya está aquí la Navidad.

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