miércoles, 21 de diciembre de 2016

Educar en el error

Tiempos muertos: Cuando voy en el coche, cuando me acuesto y busco la forma de dormirme, cuando estoy esperando que algo compile, cuando voy solo de paseo a comprar. Tiempos muertos donde pienso en las cosas que hacer o, si ya las tengo pensadas, los temas que me gustan. Uno de ellos, el lector asiduo de mi blog lo sabe, es la educación, especialmente la pre-universitaria. Y ayer, dando un paseo, pensé...

Los grandes aprendizajes provienen de la repetición y el error. Los primeros, cuando son aprendizajes de memoria. Los segundos, cuando se trata de experiencia, esas conclusiones que luego aplicas cuando en la situación identificas un patrón que coincide con aquel en que cometiste el error. Y evitas el error, aplicando soluciones nuevas que, esta vez sí, funcionarán. Ese error ayuda, es positivo. Pero mi sensación es que todo error es penado en el colegio. Mis hijos ven el error como un fallo que se toman con mala actitud y, normalmente, veo lo mismo en los hijos de los demás. Más aún: yo recuerdo percibirlo igual hasta que me di cuenta de los grandes beneficios de equivocarse. Lo malo no es equivocarse: es equivocarse siempre. ¿Por qué? Porque implica que no sólo tropiezas, sino que además no aprendes.

Una de las cosas que más me gusta escuchar o leer en Internet son los "post mortem": charlas con las conclusiones de proyectos terminados, y normalmente fallidos, que los desarrolladores hacen para que la comunidad se beneficie de su experiencia. En mi empresa no hacemos post mortem. Cuando un proyecto termina tenemos el siguiente en cola y, en las prisas, mantenemos errores una y otra vez a lo largo de los años. ¿Cómo enseñar todo esto a los niños?

Creo que el "post mortem" es una herramienta poderosa. Y lo sería también para los niños si trabajasen en proyectos con objetivos específicos. Es uno de los diversos motivos por los que creo que las enseñanzas en el colegio deberían basarse en proyectos. No lo que ahora llaman "proyecto", que suele ser una temática alrededor de la cual reunir los temas (son proyectos para el profesor, más que para el alumno). Proyectos donde los alumnos, en equipo, deben aplicar lo que aprenden para lograr un objetivo concreto y medible. Y se les evaluará juntos según lo hayan logrado. Pero, además de evaluar qué tal aplicas los conceptos, es bueno evaluar qué tal aprendes de tus errores: debería haber un "post mortem" evaluable, de forma que los chavales sean capaces de obtener nota y percibir sus errores como una fuente de recompensas: una oportunidad.

...y ahí me quedé al terminar mi paseo.

jueves, 15 de diciembre de 2016

Pensamiento mañanero

Venía yo en coche esta mañana, a eso de las 6:30, dándole vueltas a la costumbre que tienen tantas personas letradas de juzgar a la gente según su nivel cultural. Adoradores de las letras, creen que la cultura es siempre, en última instancia, "el libro"; piensan que quien no "lee" con asiduidad es a bien seguro un cafre, y que la falta de "lectura" en los niños es el mayor mal del mundo. Son el sostén indiscutible de ese topicazo que dice que los niños "tienen que leer", porque si no leen serán ignorantes.

Me hubiese encantado ser buen "lector". Lo echo de menos. Pero no me considero una persona ignorante. ¿Cómo puedo no ser ignorante si no he sido un ávido "lector"? ¿Qué define a una persona culta? Creo que culto es aquél que se hace más preguntas de las que es capaz de contestar. Es quien cada vez tiene más y más preguntas. Porque si algo hace el conocimiento es generar más incógnitas. Culto es quien pretende responder a esas preguntas y, en el camino, va viendo que cada vez hay más. Pero disfruta respondiéndolas. Me resulta curioso que, cuando se habla de cultura, suele venirme a la mente una persona de letras. Sin embargo, me he encontrado más profesionales de las ciencias que, preguntándose, dedican ratos libres a las letras, porque allí también encuentran preguntas que contestar, que lo contrario. No recuerdo a mucha gente de letras que en sus ratos libres se ponga a investigar sobre genética, por ejemplo.

A mi entender, el problema son un par de confusiones entre términos, de ahí los entrecomillados en los párrafos anteriores. Se confunde "leer" con "leer novela". A mí nunca me faltaba un libro cuando era pequeño, pero solían ser atlas y libros de consulta, ya sea científica o de historia. Novelas, ni una. O sea, no soy buen lector... ¿o sí? Creo que cualquiera diría que no. De hecho, mi madre luchó mucho porque "leyese", infructuosamente. Anda que no ha dado vueltas por mis manos "El búho que tenía miedo a la oscuridad". Pero siempre estaba con los atlas.

Lo segundo que suele confundirse es "libro" con "lectura". El libro electrónico ya es considerado "libro" por muchos, aunque hace unos años había una estúpida guerra al respecto. Pero la web no lo es, cuando sí es lectura. Recorrer la Wikipedia, como hago yo en días de tedio, aprendiendo muchas cosas de temas dispares, es lectura. Pero no coges libro alguno, electrónico o de papel. Y no son novelas.

Así que, cuando alguien habla de que los niños "no leen", normalmente se refiere a que los chavales de hoy no tienen gusto por la novela. Y eso es un gran error. A mí me da lo mismo si tienen entre las manos un libro de papel o no: quiero que se hagan preguntas y tengan inquietud por responderlas. Sé lo que encontrarán: más preguntas. Ese proceso define de verdad al ser culto. Eso quiero para mis hijos, y me importa un pito si, para eso, han hecho una ficha de lectura este trimestre para el colegio u ocho.

miércoles, 7 de diciembre de 2016

Trabajo en equipo

¡Gran conversación hoy en el café! Bueno, han sido varias, porque a mi jefe le ha dado por cambiar drásticamente de tema, pero la chula ha sido la última: trabajos en equipo en el colegio. Me ha gustado porque, para empezar, mi hijo ha tenido que hacer dos trabajos "en equipo" cuya organización ha sido negativa y, para continuar, creo que es uno de los grandes defectos de la educación hoy día.

El proceso de organización del equipo en el colegio, cosa que normalmente ocurre sin supervisión del profesor, suele ser la siguiente: se divide el trabajo en partes, se asigna una a cada miembro del grupo y luego las unifican y alguien se come el marronazo de maquetar todo. Este último paso es opcional, lo que da lugar a que cada cosa tenga un estilo diferente, longitudes diferentes, calidad diferente y todo diferente. Al final, como le ha ocurrido a mi hijo, llega el profesor y les baja dos puntos porque claramente no lo han hecho en equipo. A mí, que se les bajen puntos por hacer un trabajo en equipo sin gestionarlo como un equipo me parece fenomenal, siempre y cuándo se les haya enseñado a hacer lo que se les exige, en este caso a organizarse como equipo. Lo dejaremos ahí, porque da para comentar mucho.

Creo que los trabajos y toda la actividad de aplicación de conocimientos del colegio debe hacerse en clase. La teoría fuera. A mí, que los niños reciban la lección bajo mi supervisión me da lo mismo, porque es teoría: lo que quiero que aprendan es a aplicarla. Así que esto último, la aplicación, es lo que quiero que hagan en clase. Por eso soy un ferviente partidario de la clase inversa: a casa vídeos explicativos y en clase puesta en práctica, incluyendo los trabajos en equipo. Esto implica tener a su disposición medios para informarse, acceder a Internet y mirar lo que uno necesite.

Para mí, la clase ideal implica una mesa de cuatro, alrededor de la cual se organiza el equipo, con un dispositivo para buscar información en Internet. El profesor rula por el aula viendo cómo los chavales se organizan y ayudándoles en este sentido. Para eso, claro, deben tener formación, que no se les proporciona. Los chavales aprenden a organizarse y a trabajar juntos. Redactan, escriben, ponen en común y buscan en común. La división de tareas no es mala: todos hacemos algo parecido en el trabajo. Lo malo es que sólo haya contacto entre los miembros al principio (para el reparto de tareas) y al final (para la puesta en común). El contacto y la puesta en común han de ser continuos. De esta manera, se sabe que el trabajo lo han hecho los niños (no los padres), se sabe quién participa más o menos (uno de los grandes temores en todo trabajo en equipo para casa), se ayuda a los niños a lo largo del proceso y se puede evaluar correctamente.

El trabajo en equipo es una de las asignaturas pendientes en el colegio y, curiosamente, no sólo por cómo se ejecutan, sino por su cantidad: la mayoría del trabajo debería ser en equipo, porque en la empresa la mayoría del trabajo lo es. Solemos pensar que para preparar a los chavales para el entorno laboral está la universidad, pero eso es mentira: todo el proceso formativo debería orientarse en este sentido. No en exclusiva: evidentemente hay que formarles en otros aspectos, pero esa orientación profesional debe empezar en el colegio.

Sigo preguntarme cómo es posible que haya personas que se ganen la vida formando a trabajadores en "habilidades personales", que todos sabemos que son útiles en todos los aspectos de nuestra vida. Eso debería enseñarse en el colegio. Los niños deberían salir del colegio sabiendo trabajar en equipo, hacer presentaciones, orientarse a objetivos o negociar. Para eso los profesores tienen que formarse y, ¡oh problema! teniendo una mujer maestra, no veo que se formen en eso en absoluto.

Sólo con ese cambio, sin meterse en asignaturas ni currículos ni programas educativos, ya generaría una mejora sustancial en el nivel educativo.

Ay... Cómo me gustaría ser profesor en el colegio.

viernes, 2 de diciembre de 2016

Generación procedimental

A estas alturas, me sorprende la falta de conocimiento técnico de la prensa de videojuegos. El otro día escuché un podcast de Mundogamers donde un tío que se supone que sabe dice que lo que no le gusta de "No Man's Sky" es que, al generarse procedimentalmente el universo, cada jugador ve una cosa, porque el mundo se va creando para él. Lo mismo he leído en algún que otro artículo de prensa que, se supone, es especializada. Esto me lleva a pensar que no tienen ni idea de lo que significa generación procedimental.

Como he dicho, esto viene a acolación de "No Man's Sky", un videojuego que anunciaba que tenía un universo enorme que explorar, con alrededor de un billón de planetas diferentes. Vamos, que no hay narices de explorarlos todos. La generación, claro, no se puede hacer a manita, así que han hecho un algoritmo que genera todos esos mundos. Ya está: eso es procedimental. Que se genera con algoritmos en vez de manualmente. No hay más. Que se haga un mundo para cada jugador o el mismo para todos es otra cuestión: nada que ver con cómo se genera, que es de lo que habla el término "generación procedimental".

"No man's Sky" es un juego que tengo ganas de probar, aunque sólo sea para poder observar los detalles técnicos, percibir la experiencia que provoca y hablar de él. Sin embargo, no espero grandes cosas, lo que me lleva a que no estoy dispuesto a pagar la pasta que actualmente cuesta.

Cuando se decía de él antes de publicarse que hay más de cinco mil millones de planetas distintos, todo el mundo pensaba que la variabilidad sería tremenda. Cuál sería la sorpresa cuando las primeras críticas apuntaban a que tras veinte planetas todo parecía igual. También decían sus creadores que el juego tiene más especies animales que las que hay en la Tierra. Sin embargo, al poco de salir ya se decía que hay unas pocas especies de animales.

¿Mintieron acaso? No.

Imaginemos que tenemos teclados de PC, cada uno con 100 teclas. Y hacemos lo siguiente: generamos teclados en cuatro colores distintos y, además, a cada uno le ponemos una (y sólo una) tecla aleatoria en blanco. El número de teclados diferentes será de 400. Sin embargo, uno de los parámetros, la tecla en blanco, es perceptivamente menor que la del color. Así que, a bote pronto, si nos preguntan diremos que sólo vemos cuatro tipos de teclados distintos. Conclusión: cuando se genera material procedimentalmente, hay parámetros que son más perceptibles que otros, y nuestro cerebro sólo tendrá en cuenta los más claros. Sin embargo, cuando se cuenta el número de opciones para generar ese material, todos cuentan por igual. Al final, existe una gran diferencia entre lo percibido y la matemática.

Nuestro cerebro es especialista en la búsqueda de patrones. ¡Los encuentra incluso cuando no los hay! Generar procedimentalmente un mundo grande y que, además, parezca grande, es muy complicado.

Y un buen periodista de prensa especializada debería saberlo.

miércoles, 30 de noviembre de 2016

Radiación en el colegio

Ayer, hablando con mi hijo sobre el calor, comenté algo sobre la "absorción de la radiación" o algo por el estilo. Y me hizo un comentario curioso que me hizo sospechar que había un malentendido por algún sitio: un problema de disparidad de conceptos entre lo que él entendía por "radiación" y lo que yo entiendo por "radiación". Al preguntarle quedó patente que en el colegio le han enseñado el significado que, estando bastante extendido, es muy incorrecto y lleva a mucha gente a creer cosas que no son.

Ya he hablado sobre el tema en algún post y, creo, también en Sheldonadas, otro de mis blogs: la radiación no tiene por qué ser dañina. Hay radiación ionizante, que sí lo es, y radiación no ionizante, que no lo es. La luz es radiación. Y el calor. Y el sonido. Hay radiación electromagnética, acústica, de partículas... Y, con toda esta radiación, mi hijo sólo "sabe" que es dañina.

Que la gente tenga ideas equivocadas es a veces inevitable. Pero que el colegio sea parte de la generación y mantenimiento de equívocos tiene miga. Se supone que las personas que trabajan ahí tienen conocimientos suficientes de lo que enseñan. Y se supone que, en cualquier caso, los libros de texto poseen contenidos que son correctos. Claro, que teniendo el libro de "naturales" de mi hijo, en su primera página, un dibujo del Sistema Solar con un inexistente "cinturón de Kepler", pues... No sé yo. Y sí: son erratas. Pero oye... Hay erratas y erratas. Y los libros de texto no son el mejor lugar para tenerlas, máxime cuando son conocimientos que no cambian tanto como para que nadie se dé cuenta a lo largo de las ediciones.

En fin, que me ha sorprendido, simplemente. Ya sé que las cosas son así. Sé que no hay sistema perfecto. Pero caray... Me da la sensación de que, sin mi apoyo en casa, mis hijos acabarían cometiendo los errores que en Sheldonadas suelo denunciar.

¡Ay, la educación! Ese tema.

martes, 29 de noviembre de 2016

La industria del videojuego en España

Leo hoy este artículo sobre la industria del videojuego en España y me viene a la memoria cierta conversación hace algún tiempo sobre el tema. Así que, a blog personal, opiniones personales.

Desde mi limitada experiencia, el "indie" español tipo es un chaval que juega mucho y sueña con hacer un videojuego. Así que se pone a darle vueltas y acaba teniendo en su mente la gran idea del videojuego guay al que le molaría jugar. Entonces llega el primer problema de la proto-industria de nuestro país: que demasiada gente, incluso programadores, van por ahí diciendo que "programar es fácil" y que "hacer un juego es sencillo". Una mierda. No hay gente por ahí cobrando pasta en empresas de videojuegos como Dios manda por su cara bonita. Y los grandes estudios no se tiran tres años con un equipo de 70 personas para sacar un título porque sí. Un videojuego chorra que no dé un duro es fácil hacerlo si ya sabes programar. Un videojuego del que vivir no.

Pero claro: quién ha dicho vivir. La mayoría quieren sacar un juego que les mola. Ni se plantean que les mole a los demás (ahí el error: dan por garantizado el éxito). Ni mucho menos hacen un plan de ventas. Si preguntas a un "indie" cuántas copias necesita vender para poder vivir de ello, te dirá que no tiene ni idea, porque no ha hecho números. Si los hiciese, vería que lo suyo no es empezar con el juegazo que te gustaría tener en tus manos, sino con un juego sencillo que saques en poco tiempo y con el que aprender mucho y, con suerte, tengas para hacer el siguiente.

Así que el "indie" se busca a sus cuatro colegas, se cargan a tope de ilusión, y empiezan a currar a saco en ese juego genial que podrán hacer en... un añito. Mientras, viven de sus padres, de sus ahorros o de vete tú a saber qué. A los nueve meses ven que no, que eso del año va a ser que no. Y lo sé porque me ha pasado. Es normal: nos ilusionamos. Pero hay que tener los pies en la tierra. Si tienen suerte y un apoyo financiero de sus padres o algo así, genial, aunque no será indefinido. Si no, empiezan las presiones. En cualquier caso, antes o después llegarán.

Empieza la siguiente aventura: buscar financiación. Y la gran queja: en este país nadie financia a los "indies". Y claro, yo me pongo en la piel de un tío con pasta al que le gustan los juegos y me pregunto. ¿Daría pasta a gente que no ha sacado un juego rentable en su vida, que vive de la ilusión y, por tanto, no es realista (y sus cifras, claro está, tampoco lo serán), y que está llevado por la presión de "necesito pasta porque ya no tengo para comer", por lo que me meterá cada bola que flipas con tal de que le dé mis ahorros? Y la respuesta es que no. Obviamente.

Entonces aparece la figura de esas pequeñas productoras que -teóricamente- sirven de lanzadera a porrón de jóvenes "indies". Te aconsejan, te apoyan, ponen un stand en esta feria o la otra para que promociones el juego y tú, tan inocente, lo celebras porque alguien de la industria confía en ti. Y no: no confían en ti. Simplemente, disparan al aire diez veces con el ánimo de que lo que cacen con una bala les compense el coste de las otras nueve. Eres una bala. Un cartucho en su catálogo. Sus costes son limitados, su confianza en ti más aún y la credibilidad de sus consejos casi nula. Porque les importa un pito que triunfes: sólo quieren que el juego dé lo suficiente, y eso implica, en esta magnífica cultura española, gastar lo menos posible en ti: exprimirte con tal de que les des algo. Y si luego te vas a la ruina, es tu problema. No verás un duro, porque se llevarán mucho en compensación por el riesgo (lógicamente, por otro lado). Y, al final, tu aventura acabará junto con tu relación con ese pedazo de la industria que creías que confiaba en ti.

No critico a esas empresas, pero igual que al comienzo hay que enfrentarse a la producción con menos ilusión y más cabeza, a estas empresas igual. Uno llega a estar tan necesitado de alguien que confíe en él, de una palabra externa que poder llevar a casa para que sus padres vean que lo que hace no es perder el tiempo, sino que "la industria" firma algo, que se echa la rúbrica en cualquier papel.

Hay mucha diferencia entre querer sacar el videojuego guay de turno y querer vivir haciendo videojuegos. Y, siendo ambas casi siempre incompatibles a corto plazo, los "indies" de menos de 30 las confunden a menudo. Si quieres hacer tu juego soñado, primero haz uno que te lleve poco y véndelo. Te la pegarás, claro, pero habrás dedicado en el aprendizaje unos meses, no tres años, tu ánimo, tu salud financiera, la de tus padres y vete tú a saber qué más por el camino. Eso es hacer las cosas con cabeza. Lo otro, montar un estudio que morirá en breve. Uno de tantos en nuestro país.

¿Echo de menos "indies" con cabeza? No. Al fin y al cabo, ¿quién la tiene con 23 años? Lo que echo de menos son personas de 40 con cabeza que aconsejen a los "indies" como es debido. Pero las empresas que teóricamente se dedican a eso, resulta que en muchos casos se aprovechan. Habrá excepciones. Por eso, el final de ese artículo me llena de esperanza. Ponen el dedo en la llaga: "En esta sexta edición, el Fun & Serious Festival se ha propuesto contribuir a la profesionalización de los creadores españoles y lo ha hecho desde la sinceridad, describiendo el escenario real de la industria". No he estado en el "Fun & Serious Festival", pero ojalá sea verdad.

Luego quedará cambiar la mentalidad de los estudios que se hacen grandes para que adquieran una cultura empresarial sostenible a largo plazo, y no acaben siendo un Dinamic o un Pyro, que "mucho lirili y poco lerele". Pero eso ya es otra historia.

jueves, 17 de noviembre de 2016

La RAE, la madre de Puleva y el famoseo extremo

Yo alucino. De verdad. Esto ya se sale de mi entendimiento. Cómo puede la gente ser tan manipulable, increíblemente ignorante y falta de pensamiento crítico.

Todo habrá empezado, seguro, con algún cerebrito de Puleva o la empresa de marketing de turno a la que paguen, buscando formas originales de liarla con tal de conseguir salir en los medios. Y, para ello, nada mejor que emprenderla contra la RAE. Porque la RAE, que es patrimonio de todos los españoles y gentes hispanohablantes, qué más nos da la reputación que tenga. Así somos. Como con las chorradas del supuesto machismo lingüístico su reputación ya sufre innecesariamente, estarán acostumbrados. Qué más da. Y en un todo vale, deciden que la primera acepción que el diccionario tiene de "madre" es primitiva o qué sé yo.

Así que llaman a unos cuántos famosos (y a ser posible, madres), les cuentan el asunto y ellos se ofrecen tan pichis para la campaña, haciendo un vídeo para firmar una petición (qué moda ésa, oye) que inste a la RAE a cambiar la definición de la palabra "madre". Espero que, al menos, cobren, porque si van a demostrar la misma estupidez supina que los firmantes, que lo hagan ganando algo.

El DRAE tiene varias acepciones para "madre", y esa es la primera. Seguramente les guste más la tercera. En cualquier caso, todas valen para según qué usos, porque para eso están las acepciones. Pero para qué vamos a mirar el diccionario: no lo hacemos desde que nos obligó algún maestro plasta en el colegio y, desde entonces, apoyamos quitar horas lengua en favor de inglés porque para qué puñetas quiero yo hablar bien español pudiendo lucir en pitinglish. ¡Ah, que son famosos en un vídeo! Oye... Pues cómo no van a tener razón ellos, claro. Para qué vamos a preguntarnos si será verdad lo que dicen los medios: eso sería tener un mínimo de pensamiento critico. ¿Ese logo de Puleva? Ni lo había visto. Y si lo he visto, da igual, porque lo dice "la Carbonero" y esa fijo que sabe de eso.

Y no, Vicky, querida: la RAE no conoce a tu madre ni falta que hace, porque no se trata de describir a tu madre, sino a lo que significa la palabra "madre". No se trata de definir a la madre del vecino, sino el concepto que expresa la palabra. Entonces veo que las propuestas de definición incluyen "única", "valiente", "extraordinaria"... Tome nota la RAE: las madres que no sean valientes, no son madres. Y si no son extraordinarias, tampoco. Eso sí: que hayan parido o ejerzan las funciones de una madre da lo mismo. Es que... ¡¿En serio?! ¡¿Pero alguien en su sano juicio puede pensar que si la RAE introduce algo así en la definición estará cumpliendo con su función?! ¡¿Pero qué le pasa a toda esa gente, a esas casi 15.000 personas?! ¡¿Lo están diciendo en serio?!

A este paso, los hechos me forzarán a caer en el pesimismo social y el españolismo negativista de Pérez-Reverte. Y me resisto.

Antes me negaba. Ahora como mucho me resisto.

martes, 15 de noviembre de 2016

Acción de Gracias

Ya está ahí la Navidad. Ha llegado el frío, aunque igual se va de nuevo. Los anuncios de juguetes y colonias se suceden. Y, desde hace unos pocos años, se oye hablar en España del "Black Friday". El 24 de noviembre, jueves, es Acción de Gracias en Estados Unidos (en Canadá fue hace tiempo, en octubre), el momento de los grandes regalos en ese país. Así que el viernes 25 se inicia la campaña de Navidad, y lo hacen a lo grande, con enormes descuentos.

A mí, católico practicante, reconozco que hay fiestas de otros lugares, incluso otras religiones, que me parecen muy atractivas. Evidentemente, no es plan estar todo el día de celebraciones, pero por poner un ejemplo, como cristiano que soy me gustan algunas fiestas judías que conmemoran hechos bíblicos, de esa parte de las escrituras que comparto con los judíos. Son festividades que nosotros hemos perdido o, más bien, transformado.

Acción de Gracias es una de esas festividades que me gustan. Eso de dar gracias por lo que uno tiene es bonito. No hablo ya desde una dimensión religiosa, que también. Hacerse uno consciente de lo que tiene y celebrarlo, creo que ayuda a tener una visión más optimista y menos quejica de la vida. Es una de esas cosas que habría que hacer todos los días pero no se hacen. Reservar un día en el calendario para ello resulta instructivo. Es un recordatorio. Y un recordatorio bonito que se comparte con los demás. Para colmo, Acción de Gracias suele celebrarse en familia, alrededor de una mesa llena de buena comida y bebida. Y a mí esas ocasiones me recuerdan a mi infancia y me encantan.

Esas celebraciones son bonitas en verano, pero en invierno tienen un no sé qué... Supongo que estar tanta gente juntita en un lugar cálido, frente al frío exterior. Además, cenando, lo que implica que ahí fuera está oscuro. Me da la sensación de hogar. Hogar lleno de gente. De familia. De unidad. Luego nos tiramos los trastos, pero toda excusa para reunirse en el calorcito de un comedor, hablando, discutiendo, liándola si es necesario, celebrando algo por estúpido que sea, me reconforta. Pero no dos o tres. Cuantos más, mejor. Si son menos de diez, no mola tanto.

Así que Acción de Gracias, como la Navidad, lo tiene todo. Familia, frío fuera y comida. Adorable. Y, encima, un buen propósito. ¿Se puede pedir más?

Pues nada... ya está aquí la Navidad.

viernes, 11 de noviembre de 2016

El legado

Hoy ha fallecido un profesor que tuve en 7º de EGB. A raíz de un funeral al que asistí hace relativamente poco, me puse a pensar en escribir sobre esto, pero me han faltado el tiempo y la inspiración. Hoy, movido por el recuerdo de este profesor, me pongo a pensar en lo que entonces quise escribir.

Vas al funeral por el abuelo de un amigo no por el difunto, sino por acompañar al amigo. Al difunto apenas le recuerdas, más que tal vez por un par de ocasiones, hace ya muchos años. Sin embargo, es curioso porque saludas a la madre de tu amigo, a su hermano y te sientas; y te pones a recordar; y te das cuenta de que su abuelo ha estado más presente que en ese par de ocasiones. Has escuchado hablar de él. Tu amigo le ha mencionado a menudo. Y recuerdas el orgullo al hacerlo, la admiración al referirse a él.

Y ese amigo tuyo, por el que sientes afecto y, dado todo lo que ha conseguido, en el fondo cierta admiración, ves que estaba muy ligado a su abuelo. En ese momento, sentado en la iglesia, te haces consciente de, en todos tus recuerdos, esa presencia incuestionable de su abuelo, si bien no en persona, sí en todo lo que ha transmitido a sus familiares. Mi amigo es heredero de todo lo que su abuelo le transmitió. Y ves que ha sido mucho, y que ha sido bueno.

Allí, sentado, escuchando a la madre de mi amigo hablar de su padre con emoción, sientes con una tremenda claridad la presencia de todo un legado. Sientes la potente influencia ejercida. Notas, como si pudieses casi tocarla, la virtud, manando de las palabras y extendiéndose por el recinto. No son las bonitas palabras que olvidan lo malo, fruto del momento: son las pronunciadas por el peso de una incuestionable y continua influencia. Y yo, en ese momento, no pude evitar emocionarme. No puedo evitar sentir que ya no estoy ahí sólo por mi amigo, sino porque el mundo se despide de alguien valioso, que ha dejado una clara huella en forma de sus acciones, pero también de su nieto, un amigo, y todo lo que él, a su vez, nos da a quienes le conocemos.

Cuando gente así desaparece, en parte te entristeces, porque se pierde algo bueno. Pero no cabe duda de que es cierta la afirmación de que nunca se van del todo, porque su legado queda aquí. E, indirectamente, ese hombre que se fue nos va dando cada día, cuando quedamos los amigos para vernos en el VIPS de turno o en la barbacoa que inicia el verano.

Gracias por estar ahí, en forma de su legado. Descansen todos esos buenos y grandes hombres en paz.

lunes, 7 de noviembre de 2016

Admirando a Blizzard

No puedo evitarlo. Son, simplemente, los mejores. Blizzard es una empresa que no deja de sorprenderme. No es que sea fan porque me gusten sus juegos y todo eso. Me gustan, sí, qué duda cabe, pero lo que admiro de Blizzard es su forma de ser como empresa.

Blizzard hace juegazos. Vale. Otras empresas también: Valve, Bethesda, EA... Y mira que me gustan los juegos de Bethesda, pero no me parece admirable desde un punto de vista empresarial. Blizzard tiene una cultura de atención a los detalles, con una forma de tratar al jugador única y un desarrollo de exquisita calidad. Es la cultura que me encantaría tener si yo un día tuviese una empresa.

Un día sale "LoL" y lo peta. Entonces Valve saca un competidor, "DOTA 2" y trata de mejorar los e-sports. ¿Cómo? Haciendo que sea el videojuego que mayores premios da con diferencia (mucha diferencia). Y hala, a ver si ganan adeptos. Y... No. Siguen por detrás del LoL y, según algunos, ya del competidor que ha sacado Blizzard: "Heroes of the Storm" (Blizzard no publica sus cifras, así que no se sabe).

Blizzard quiere mejorar en los e-sports. Podría coger y aumentar las cifras a ver si eso funciona, como si esto fuese cosa de abrir el grifo y esperar. Pero no: le dan DE VERDAD una vuelta de tuerca y deciden coger el último título que han sacado, "Overwatch", que ha pasado de 20 millones de jugadores activos en 4 meses, y experimentar. Y en vez de aumentar premios, crean la Overwatch League. ¿Que qué es eso? Pues hacer que acceder al mundo profesional de videojuegos sea fácil y que uno tenga garantías al hacerlo. Coger a los que quieren tener un equipo y exigirle, generando garantías para el deportista y, de paso, mejorando la competitividad y la experiencia de la audiencia. Y me parece fantástico.

Blizzard, la empresa del "saldrá cuando tenga la calidad que exigimos a nuestros productos", la empresa que con "Starcraft 2" hizo nacer los modernos e-sports, acaba de demostrar que esto no va de darle a la manivela para conseguir jugadores, sino de crear con cariño las bases un deporte en toda regla, organizado y con garantías para todos.

Y esa cultura de respeto al jugador, de pensar bien las cosas y hacerlo todo con paciencia les hace ser lo que son: los mejores.

viernes, 28 de octubre de 2016

Reactivando mi vida

Dije que no escribiría en un mes y, salvo cierto post puntual, así ha sido. No me planteaba que fuese un mes exactamente, pero acabo de ver la fecha del post en que lo dije y sí: un mes y un día, oye. Qué puntería.

Se me ha pasado rápido, y no tengo claro que haya resuelto el 100% de las cosas que necesitaba solucionar en mi cabeza, pero bueno... Voy arrancando de nuevo. En general, estoy contento. Echo de menos, eso sí, más acción social. Echo de menos dedicar algo de tiempo, de ese tiempo que no tengo, a echar una mano en campos que considero importantes o de mi interés. Uno de ellos es, todo lector de este blog lo sabe, la educación en computación. En general, en cualquier ciencia o tecnología, porque me parece que no se enseñan bien, pero en computación especialmente. Y, además, me gusta promover la igualdad de género, porque la mujer, nos guste o no, sufre cierto grado de discriminación hoy día.

Así que la causa de enseñar a niñas a programar me atrae muchísimo. Por eso sigo las actividades de iniciativas como Girls make games o Girls who code.

En Estados Unidos, he leído repetidas veces, las niñas comienzan a decantarse por otras disciplinas en la adolescencia. Lo trágico es que, entre sus motivaciones, está que piensan que los chicos lo hacen mejor y que no está bien visto entre sus compañeras. Muy triste, ¿no? Yo pensaba que eso era sólo por allí, al otro lado del charco, pero resulta que hoy leo en El Mundo que aquí también pasa. Me he sorprendido y preguntado a mí mismo si iniciativas similares a las antes citadas podrían llevarse a cabo en España. Supongo que sí. Y... ya. Punto.

Digo yo que todo el mundo esperaría ahora por mi parte un "venga, va, me voy a poner". Pero soy el tipo de persona que en una iniciativa de ese tipo puede resultar muy útil, pero no del que las empieza. No sabría cómo, ni montar eventillos, ni campus, ni enfrentarme al problema de la falta de material o financiación... ni mucho menos vender la idea. Yo, por ganas, me plantaría en el AMPA o el colegio y les propondría hacer talleres para ellas, las niñas adolescentes. Pero venderlo me cuesta, este colegio es de decir "no" a todo y yo qué sé... Supongo que acabaré mencionándoselo a alguien.

Que las niñas puedan dedicarse a lo que les guste, saberse tan buenas como los chicos y mandar a la mierda a las estúpidas que creen que la tecnología es de tíos creo que merece, aunque sólo sea, comentarlo.

martes, 27 de septiembre de 2016

Reorganizando las cosas

Aparte del nivel de trabajo en el curro, que ha aumentado considerablemente, y de las cosillas que hay que hacer en casa con el inicio del curso, estoy tratando de reservar más tiempo para mis proyectos, con el claro propósito de ir terminando dos de ellos. Son muchas cosas, y quiero tener todo bastante bien organizado. Me da la sensación en las últimas semanas de que ya no me muevo siguiendo mis objetivos a medio o largo plazo, sino según llegan tareas rápidas que hay que hacer ya, ya, ya. De hecho, si ya mis entradas suelen ser largas, las últimas son un despropósito, porque quiero escribir y no tengo tiempo, así que cuando escribo, tecleo un chorrazo de información que luego no reviso. Aunque parezca mentira, normalmente reviso (o revisaba) los posts, evitando el caos que en las últimas entradas habréis notado los pocos que leéis esto. Y no puede ser.

Vamos, que vivo al minuto, y eso no me gusta.

Por eso voy a darme un mes de relax y reflexión, en que iré reordenando mi tiempo y organizando mi día a día. ¿Y a qué viene esto? Pues a que dejo temporalmente de escribir. Octubre puede ser el primer mes en que no escriba nada desde hace bastante. Pero no: no dejo el blog. Cuando empecé necesitaba obligarme a escribir. Ahora, me pongo nervioso al pensar que hace más de dos semanas que no escribo nada. Lo que hace cogerle vicio a esto. En fin: con este parón espero quitarme este estrés de no escribir. Me genera estrés, lo reconozco.

Lo que sí mantengo es Sheldonadas. Son posts cortos y, encima, tengo programado ya todo octubre. Incluso alguna cosa para noviembre.

Volveré a Incasequible. Igual hasta reescribo las últimas entradas. Por respeto al lector. Ya veré. Volveré.

¡Nos vemos!

miércoles, 21 de septiembre de 2016

Esta España nuestra

ADVERTENCIA: Este post es de los largos.

Pese a no haber leído ninguna de sus novelas (tarea en cola desde hace tiempo, como tantas otras), sigo a Arturo Pérez-Reverte en Twitter y suelo leer sus artículos en "Patente de corso". Lo hago porque me gusta leer a un amante de la historia y la lengua. Sé que hay muchos más amantes de ambas cosas por ahí, pero él es mediático, y de ahí que le conozca. Al resto no tanto. Además, Pérez-Reverte tiene un "no sé qué", que hace que me guste leer lo que escribe. Es ese pesimismo al hablar de España y los españoles. Esa forma de cagarse en el mundo, tan vil. Esa manera de dar por perdido al país y sus incorregibles gentes. O, tal vez, lo contrario: ese atisbo de esperanza que se ve en él en algunos momentos, como si se resistiese a mandar a la mierda lo que para él parece irremediablemente arruinado.

Lo curioso es que no siento su lectura agradable porque esté de acuerdo, sino todo lo contrario. Mi visión de España es bastante más positiva que la suya. Mucho más. Es la pizca de desesperación por leer cosas así y no poder contestar, tal vez, lo que me lleva a leerle. Creo que la suya es la visión generalizada que tenemos los españoles de nuestra historia. Como todo, la historia puede ser interpretada. Los hechos son los que son. Pero toda botella puede verse medio llena o medio vacía. Un pesimista siempre puede ver la botella llena como un pozo de agua corrupta, y un optimista la vacía como una oportunidad para llenarla de agua fresca. Pérez-Reverte tiene tras de sí, como viejo perro de la prensa de guerra, un bagaje de conflictos y miserias. Supongo que habrá visto lo más inmisericorde de la naturaleza humana, y eso ha de marcar. Seguro. El problema, claro, es que su influencia es grande, y su pensamiento impregna el de mucha gente.

La historia de España tiene un periodo clave: la Era Moderna, especialmente su inicio. Los siglos XVI y XVII de España son grandiosos. Sin embargo, los españoles tendemos a verlos como una muestra del españolismo más cutre y de la vileza de nuestra nación. Nuestra visión de esos años es negativa. Resulta curioso que, mientras otras naciones observan el momento álgido, en que fueron potencias, como un tiempo positivo del que estar orgullosos, los españoles hacemos lo contrario: España gobernó y lideró en todos los aspectos medio mundo y nosotros sólo vemos pérfidos actos, corruptelas palaciegas y errores, muchos errores. Un asco, vamos.

Siempre he atribuido esa opinión a la ignorancia sobre la historia de España en particular, y del mundo en general. Pero claro: el señor Pérez-Reverte es de todo menos un ignorante. Supongo que es posible que ambas visiones, la generalizada de los españoles y la particular de don Arturo, aunque coincidentes en sus conclusiones, sean diferentes en sus motivos. O igual es que yo soy muy optimista.

Sea como fuere, me parece que en nuestra historia hay muchas cosas, positivas y negativas. Y eso pasa en la de todas las naciones del mundo. Todas las naciones tienen sus miserias. Lo que nos caracteriza no es la cutrez y perfidia: Vayan al sur de Estados Unidos a ver qué encuentran; revisen la historia de la Inglaterra de Enrique VII; lean sobre el colonialismo británico y sus masacres. Claro: todos tienen un armario lleno de mierda. Nosotros también. La diferencia entre ellos y nosotros es que ellos no se recrean exclusivamente en sus errores, una y otra vez. Porque hablar de ellos está bien: recrearse no. Y ocultar el optimismo tampoco.

Y no culpo de eso a quienes contaron pérfidas mentiras sobre nosotros en el s.XV, desde Inglaterra y los Países Bajos, tratando de provocar a la ciudadanía para rebelarse contra el español invasor, no: hicieron lo que pudieron y lo hicieron bien. Culpo de ello a quienes fueron incapaces luego, en España, de rescatar la verdad. Y a quienes son incapaces de rescatarla ahora, teniendo los medios. Culpo a quienes, hoy, creen que para hablar de España hay que mencionar siempre su miseria. A los autores de cine y literatura, incapaces de escribir una línea, de guión o novela histórica, que simplemente deje bien nuestro lugar en la historia. Esa visión siempre negativa. No faltan a la verdad. O sí, porque en muchos casos lo que veo es falso a más no poder, pero se recrean en lo negativo. Venden lo negativo y, al fin, generan una visión negativa. Porque hacer historia no es contar verdades: es contar toda la verdad. Y si te quedas sólo en una parte -siempre la negativa-, cuentas medias verdades que, como suele decirse, son peor que la mentira.

No pretendo ser crítico con el señor Pérez-Reverte: su visión es comprensible, dadas sus experiencias. Pero es que todo hijo de vecino en este país parece hacer lo mismo. Y no: no es porque nuestra historia sea así. Podría alguien escribir una hermosa novela sobre Luis Vicente de Velasco, o una película estupenda sobre la Carrera del Glorioso. Y estoy seguro de que, aún así, con un tema fantástico de españoles que lo hicieron fenomenal, el pulsa-teclas de turno aprovecharía escenas para meter a la Inquisicón en su formato más vil y pseudo-histórico, algún comentario o monólogo sobre la miseria de la España de la época o lo que sea con tal de marcar bien marcadito que los hechos de esa película, novela o producto cultural -que no culturizante- que estamos disfrutando es una excepción. Que sí: que esta historia es muy bonita, pero todo lo demás era absoluta porquería.

Sé que el objeto del cine y la literatura de ficción no es enseñar historia. Para eso están los libros de historia. Los buenos. Pero, pese a no ser su objetivo, la realidad es que lo hacen: son fuentes de conocimiento para muchas personas que o no tienen suficiente interés o, pese a tenerlo, no tienen tiempo que dedicarle y tratan de aunar ocio y saber con la lectura de un libro que, creen erróneamente, les va a enseñar historia. De la buena. Y no: no es así, pero ellos creen que sí. Y nos vamos a un problema filosófico, ético, moral o como quieran llamarlo: Si vendo algo con un objetivo y resulta que las consecuencias son otras -y negativas-, una vez soy consciente, ¿es ético seguir vendiendo lo mismo con la excusa de que dichas consecuencias son culpa del usuario? ¿Es correcto escribir siempre cuentos donde el lobo es el malo porque, total, si alguien quiere saber sobre lobos que lea? Y si luego la sociedad tiene una imagen negativa de ellos, pues que se fastidien los lobos: la culpa es que la gente no se preocupa por conocer la verdad. Pues hombre... No.

No pido a los autores que sean optimistas y cuenten sólo cosas bonitas. Pero sí que no siempre sean tan negativos. La historia de España, mirada con cierto optimismo (realismo, diría yo: equilibrio), es aún más hermosa que vista con pesimismo. Créanme. Pruébenlo. No sé... Me parece que hemos hecho muchas cosas bien. Y que sí: siempre al final la cagamos: Pero eso lo hacen todos. ¿O es que algún país ha sido potencia durante toda la historia? Todos caen, todos lo hicimos. Y Estados Unidos lo hará también. Y China, que es la que asoma ahora. Todos la cagan. Siempre. ¿Y qué? Así es la historia. No somos peores que los demás por ello.

lunes, 19 de septiembre de 2016

Nuevo curso

Hay dos momentos en el año en que uno hace revisión de lo conseguido y se marca objetivos. Uno es, cómo no, el final del año. O tal vez el principio. Igual da. El otro es el inicio del curso.

Los niños han iniciado el colegio con la típica actividad que no termino de entender: preparar carteles de clase y portadas de cuadernos. No lo entiendo porque sí, vale: que se impliquen en la decoración de clase está bien. Pero luego falta tiempo para ver materia y me da por preguntarme por qué puñetas no empezaron a estudiar antes y, así, aprovechan el tiempo. Son semanas en que no ven nada. Hacen sus mini exámenes para ver qué nivel traen, hacen dibujos, juegos... Y nada de materia. Modernidades. Supongo que lo harán por algo que yo no entiendo.

Así que tenemos propósitos: el mayor debe adquirir mejores hábitos, porque ahora estudia en parte porque estamos encima de él, y el menor tiene que sacar adelante ciertas cosas. Por nuestra parte, yo necesito organizarme para sacar al menos una hora diaria de curro que dedicar a mis proyectos, cosa que puedo hacer con facilidad.

Nuevo curso. Propósitos. Revisión... Lo de poner objetivos claros, colgados en la pared, sobre el monitor, es fantástico. Muy recomendable. Ayuda mucho, y voy camino de conseguirlos todos a poco que me esfuerce un poquito. El caso es que ando contento.

En el curro la cosa va de mal en peor en cuanto a ambiente. Después e ajustes de horarios y chorradas por el estilo y de amenazar con cambiarme las condiciones y expresar voluntad de hacerme viajar (cosa que no me gusta nada), han puesto cámaras y un sistema de control de horas de trabajo. Me alucina la capacidad que tiene la gente para fastidiar un buen ambiente de trabajo de manera innecesaria. En cualquier caso, a mí me ha venido bien, porque, aunque no creo que afecte a mi productividad o capacidad de trabajo, me permite ser más consciente no ya de mis tareas, sino también de los tiempos que le dedico. Aunque no creo que produzca ahora más que antes, sí reconozco que me motiva ver los avances. En fin, estupendo pues.

Llevo un septiembre motivado. Y eso es estupendo. He vuelto de vacaciones animado. Me han venido fenomenal. Encima estoy algo más motivado que de costumbre en el curro: no lo estoy tanto desde hace seis u ocho años, creo yo, y lo estoy en mis proyectos, uno de los cuales está ya terminado a falta de que lo revisemos Canajack y yo. Es fenomenal.

Es la recta final del año. El último empuje. Tres meses y pico que pueden redondear un buen año.

Estoy muy contento.

martes, 30 de agosto de 2016

Vacaciones

Hoy comienzo mi primera jornada laboral tras más de dos semanas de vacaciones. Es la primera vez en años que "desconecto" por completo. He cambiado de aires y no he recordado la empresa en estos días absolutamente nada. Mi mente estaba a otras cosas. Ni tareas ni nada de nada. Cero. Reseteo absoluto. Una gozada.

No me ha costado volver lo más mínimo. Hay cambios, nuevos cambios (como casi siempre, negativos) y me da igual. Vengo con energías renovadas para enfrentarme a las nuevas medidas, pasar tres pueblos de la parte negativa y coger mi PC en casa y ponerme a hacer cosas. Muchas cosas. No sé cuánto durará, pero me siento bien. Supongo que para eso están las vacaciones.

Porque, hablando de proyectos, he desconectado al 100% de mi trabajo, el que me da de comer, pero no de mis proyectos. Reconozco que en más de una ocasión he echado de menos hacer cosas. tener un PC cerca y lanzarme a programar en esas tardes tranquilas, cuando los niños se bañan en la piscina o juegan a algo, la peque se echa la siesta y yo puedo disfrutar. Con la impresionante falta de tiempo que tiene uno en su día a día para hacer "cosas suyas", a veces te sientas durante las vacaciones y piensas que vaya pérdida de tiempo. Pero, quieras que no, se agradece.

En fin, post estúpido, me temo, pero bueno. Para eso esto es un blog personal.

Por cierto, pasado mañana dejo de venir de nuevo durante una semana para cuidar de los niños mientras no tienen colegio y mi mujer sí. Mola. A ver qué hago con ese "tiempo libre", que será bastante...

sábado, 6 de agosto de 2016

Poniendo las críticas en contexto

Esta entrada es la número 100 de Incasequible. Impresionante. Pero bueno... no es el tema.

Yo soy el primer crítico con el sistema educativo en España. Creo que tiene que cambiar. DEBE cambiar. Más nos vale que lo haga. Me parece caduco. Sin embargo, también creo que comparándonos con otros tratamos de llegar a un punto del que los demás están saliendo. Comparamos nuestro sistema con el de Finlandia cuando ellos están reformando el suyo porque le ven problemas. Comparamos nuestras universidades con las estadounidenses cuando hoy hay críticas sobre su funcionamiento como entidades socialmente responsables. Yo soy el primer crítico con nuestra educación, pero me empieza a dar la sensación de que esto se va tornando de crítica constructiva a conjunto de comparativas facilonas fuera de contexto.

Esta misma semana mi padre me pasó un artículo sobre los porqués del éxito de Stanford. Las conclusiones son que allí enseñan de otra manera y los profesores son evaluados para potenciar la calidad de la enseñanza. Y bueno... Estoy seguro de que es así, y soy fan absoluto de la reforma educativa, la revisión constante de los funcionarios y otras cosas... pero compararnos con Standford no me parece justo. Cuidado: el artículo no pretende ser una crítica destructiva del sistema español. De hecho, en cierto modo, al final dice que podemos sacar pecho.

En Estados Unidos hay universidades públicas y privadas. Las mejores son las privadas. No lo digo yo ni trato de alegar a favor del modelo privado: es lo que dicen los famosos rankings de calidad. Harvard, Stanford, Yale... Todas privadas. Y caras. Muy caras. Sé que suena a excusa, pero creo que comparar una universidad como Harvard, con un presupuesto anual de 4000 millones de euros, con la Politécnica de Madrid, una de las mayores universidades de nuestro país, con menos de 100 millones y casi el doble de alumnos es una mierda. Así, como suena. Una mierda. Podrá argumentarse que el rendimiento que se obtiene por euro en cada una difiere enormemente: la UPM tiene problemas serios de gestión y la enseñanza universitaria española en general también. Pero pensémoslo... Esos chavales dicen en el artículo que la formación con la que han llegado de España "es buenísima". No sé si se dan cuenta, pero la UPM saca adelante una buenísima formación para el doble de alumnos que Harvard con 40 veces menos presupuesto. ¡40 veces! No creo que la admiración sea suficiente... ¡CUARENTA VECES MENOS! ¿De verdad alguien cree que la UPM saca menos rendimiento por euro que Harvard?

Tal como dice el artículo, habría que evaluar a los profesores y echarles a la calle si no sirven. Así es. Correcto. Pero claro: luego hay que buscar profesores mejores. Allí pueden ofrecer un puesto a un Nobel sin pensárselo y aquí habría que coger, iniciar un proceso de admisión, el tío tendría que entregar papeles... Vamos, que soy yo un Nobel y sólo por el proceso mando a freír puñetas a la universidad española. No nos engañemos: no es lo único que ocurre. Harvard dedica nada menos que el 50% de sus gastos a personal, especialmente profesores, de los que tiene casi tantos como la Politécnica. ¡Con ese presupuesto! Dos mil millones al año en personal. En España, todas las universidades juntas gastan cinco mil. En toda España. Así que los buenos profesores, los que investigan, publican y tienen reputación suelen irse. Triste, pero real. Aquí les ofrecen una cátedra por una quinta parte que allí y una décima del presupuesto en investigación. ¿Ustedes se quedarían?

Esto no quita para que nos fijemos en sus modelos y cojamos lo mejorable y aplicable. Por supuesto. Pero las críticas habría que hacerlas en contexto. La universidad española no está nada mal, pero necesita serias mejoras para ser competitiva. Sobre todo, hay que mejorar las relaciones, tanto con empresas como con los ex-alumnos.

Para que nadie me tache de pro-privadas, mencionaré la mejor universidad pública del mundo, según muchos: La Universidad de California, Berkeley (UCB). Hay 10 "University of California" (todas públicas), a las que se añade el nombre del campus, en este caso, la situada en Berkeley. Otra es la famosa UCLA (el campus de Los Ángeles) que, curiosamente, es la segunda pública mejor del mundo. UCB es la séptima mejor universidad del mundo (entre públicas y privadas) y UCLA la décimo quinta. No está NADA mal. Parece que el sistema público californiano funciona. Aunque claro, UCB tiene 8000 millones en su "bolsa de donaciones".

Comparar en igualdad de condiciones, habida cuenta de las diferencias tributarias y organizativas que hay entre España y otros estados, es difícil. Pero debemos ser conscientes de todo lo que hay cuando criticamos y comparamos. El sistema español debe cambiar, pero si no tenemos claras las ventajas e inconvenientes no sólo propios sino también ajenos, corremos el riesgo de transitar a una gran chapuza. Aparte de eso, criticar continuamente acaba generando una actitud a la defensiva en los profesores que, no es por nada, en muchos casos (los buenos) se tienen ganado el cielo formando a los profesionales españoles con ese presupuesto.

viernes, 29 de julio de 2016

Un día de ocio de la familia 4.0

NOTA: Este post es parte de una serie sobre la vida 4.0. Recomiendo leer el primero, que dio lugar a la serie.

Vámonos de vacaciones

La familia Personita tiene ganas de hacer un viaje. De irse. Cambiar de aires. Habla con unos amigos y deciden todos largarse a una casa rural para pasarlo bien. Papá Personita abre la app de viajes que suele usar y crea un nuevo viaje. Pone como acompañantes a sus amigos y establece un presupuesto. La app ya sabe qué coche tienen: lo pusieron al darse de alta, así que es capaz de calcular costes, así como gastos de estancia, comida, etcétera. Además, conoce los gustos de las dos familias. Pone las fechas del puente que hay dentro de un mes y pide a la aplicación que busque opciones. La aplicación le pregunta si quieren algo nuevo o conocido, y Papá Personita, tras comentarlo con Mamá Personita, pulsa la opción "algo nuevo".

La aplicación busca lugares diferentes, donde no haya estado ninguna de las parejas. Primero busca sitios cuyo precio medio de alojamiento esté dentro del presupuesto y a una distancia aceptable para que el tiempo de viaje sea razonable. Internamente, clasifica todas las opciones que encuentra según cuánto gustarán a las parejas, dados sus conocimientos de los viajes pasados y sus opiniones. Una vez dispone de una lista ordenada de opciones, se pone a buscar en ellas alojamientos disponibles y a eliminar aquellas zonas donde no haya nada. Hace cálculos de precios totales, contando la casa, el trayecto, comida, salidas (si a las parejas les gusta comer fuera), entradas a monumentos y museos (si a las parejas les gusta hacer ese tipo de visitas), etcétera.

Finalmente, Papá Personita ve un listado de viajes completos, con presupuestos prácticamente cerrados, dentro de lo establecido. Le llama uno de ellos la atención, porque es una ciudad que nunca ha visitado con ruinas romanas. Lo revisa: Al seleccionarlo, la aplicación ofrece alternativas de alojamiento, rutas y restaurantes. Además, hay un mapa de la ciudad con sus puntos de interés, donde vienen resaltados los que probablemente más les gustarán.

En el mapa, la aplicación ofrece la posibilidad de generar un recorrido. A Papá Personita le encanta esa funcionalidad. Va señalando lugares para marcar una ruta. La aplicación va calculando horas según la distancia de un sitio a otro y la duración típica de las visitas a los diferentes monumentos. Arriba, va señalando la hora estimada de cada parada y el coste total de la visita, teniendo en cuenta descuentos por familia numerosa y similares. Cuando detecta que en cierto lugar se acerca la hora de comer, lo marca y propone a Papá Personita sitios donde hacerlo, con sus precios aproximados.

Cuando termina el itinerario, contrata el viaje y la aplicación cierra las reservas. Todo listo.

De viaje

Es viernes, y Mamá Personita está trabajando. Al terminar, piensa en las cosas que debe revisar antes del viaje. Le gusta tenerlo todo bien atado porque Papá Personita siempre olvida algo.

Mientras baja en el ascensor, abre en el móvil la aplicación de estado del coche familiar, que evidentemente es eléctrico. La aplicación muestra el estado de los principales indicadores técnicos, carga de la batería, etcétera. Los revisa. Todo parece estar bien. Papá Personita, que es quien suele usar ese coche para ir a trabajar, ha gastado parte, claro, pero queda lo suficiente para ir a la casa rural.

Cuando llega a casa, Papá Personita ya está allí con los niños, a quienes acaba de recoger. Viven en una urbanización cerrada y en el garaje, que es común, muchas de las plazas tienen toma de carga con llave. Cuando llegas, metes la llave, que desbloquea el enchufe. Metes el enchufe y quitas la llave. Se necesita la llave para desenchufarlo de nuevo y, si hipotéticamente alguien lograse desenchufar el coche, la corriente se corta hasta que se vuelva a meter la llave y se enchufe de nuevo el coche. Es un sistema seguro que garantiza que sólo el dueño de la plaza usa ese punto de carga.

Tras luchar un poco con los niños para que se cambien de ropa, meten el equipaje y se van de viaje. Conduce Papá Personita, que está más acostumbrado al coche familiar, ya que es quien lo usa cada día. Según salen de la casa y se alejan 100 metros, una alerta suena en el móvil: la lavadora está cargada de ropa. Se les ha olvidado tender la colada. Bajan, tienden y se van de nuevo.

Mientras salen de la ciudad, el móvil detecta que están a unos cuantos kilómetros, así que avisa preguntando si se quiere poner la casa en modo viaje. Mamá Personita pulsa el "sí": la casa entra en modo de ahorro energético, activa alarmas e inicia una secuencia de acciones para que parezca que la casa está habitada durante ese tiempo. Nunca se sabe quién puede querer robar en ella. La casa, cada mañana, con cierto margen de aleatoriedad, subirá y bajará persianas o encenderá y apagará luces conforme a los patrones de uso habituales de la familia, que la casa conoce bien. Además, desactiva los enchufes de electrodomésticos innecesarios, como la televisión, la consola o el microondas, mientras deja encendidos otros como la nevera. Entre tanto, la batería de casa irá rellenándose cuando las tarifas eléctricas sean más bajas, como hace siempre, para poder usarla cuando son más altas y así ahorrar dinero en la factura.

El viaje es un poco largo y los coches eléctricos aún no tienen una gran autonomía, así que paran a cambiar la batería. El coche llega y para un momento. En la mitad de tiempo que suele tardarse en repostar gasolina, una base mecánica situada en el suelo, bajo el coche, quita la batería gastada y la sustituye por una en plena carga. Mamá Personita aprovecha para cambiar el sitio con Papá Personita. Pulsa un botón y el asiento se ajusta a lo que tiene memorizado para ella.

El resto del viaje es tranquilo. Papá Personita aprovecha para echarse un sueñecito, porque ha tenido un día de traca en el trabajo. Llegan a la casa rural. En cuanto se acercan, un mensaje avisa a sus amigos. Ellos no han recibido ninguno, así que son los primeros.

De visita por la ciudad

Las ruinas romanas parecen espectaculares. Tanto a Papá Personita como a la madre de la pareja de amigos les chifla la historia. Papá Personita se ha bajado la guía de la visita que programó hace un mes sobre el mapa. Aparte de indicar el camino, la aplicación señala cómo van de hora y, si se retrasan en algún punto, ofrece saltarse alguna visita menos interesante y, así, ajustar el horario. Además, como se han encontrado cerrado el restaurante donde pensaban comer, propone lugares cercanos.

Para los niños es estupendo. Llevan un iPod, que se conecta al móvil de Papá Personita y ofrece narraciones infantiles de leyendas de los lugares por donde pasan. Todas ellas las seleccionó Papá Personita en su día sobre el mapa.

Tras la visita a la ciudad y un día extra de relax en la casa rural, la Familia Personita volverá a casa. El móvil detectará su cercanía y avisará del tiempo estimado de llegada al ordenador, que irá poniendo todo a punto para que cuando lleguen todo esté listo. Encenderá la calefacción si hace falta para que haya la temperatura adecuada justo a su regreso. Encenderá los enchufes una hora antes. Además, los niños programaron en su día una rutina que enciende la consola cuando llegan de viaje, por si hay actualizaciones. Así no tendrán que esperar a que se instalen y podrán jugar según lleguen. Muy listos, los chicos.

Algunas soluciones empleadas:

Apps de viajes:
Si bien la descrita aún no existe, podemos recomendar Minube
Para programar todo lo de la casa:
IFTTT
Luces dinámicas:
Philips hue
Persianas programables:
Loxone

miércoles, 27 de julio de 2016

Revisando objetivos

Hace casi 8 meses que escribí mi entrada de inicio de año, estableciendo cuatro objetivos a conseguir. Para facilitar su cumplimiento, hice que fuesen pocos (sólo 4), que fuesen razonables (nada de "hacerme millonario") y que estuviesen pegados en la pared, justo encima de mi monitor, para verlos todos los días (o casi: no todos los días me siento frente al ordenador).

Ocho meses, nada menos. ¿Cómo van los objetivos? Pues fenomenal.

El primer objetivo era en el plano laboral: terminar la app para niños. Debo decir que ya estoy corrigiendo algunos detalles, a punto de dársela a Canajack para que revise. Me parece muy razonable, esta vez sí, lanzarla en septiembre o, como tarde, octubre. Es todo un logro personal, tanto para mí, como para Canajack, y estamos muy contentos.

El objetivo económico era tener cuentas saneadas y ahorrar, teniendo además un buen verano para los niños. Ahora mismo, mantenemos un pequeño ahorro, gracias especialmente a alguna paga extra de mi mujer. Si bien el ahorro estable está costando, espero lograrlo tras el verano. ¿Y esas vacaciones? Pues los niños han tenido quince días de campamento y, además, disfrutarán con nosotros de una semana en Menorca y otra en una casa rural muy chula en Murcia. Para colmo, habíamos planteado con ellos una actividad muy entretenida: cada uno tiene un mapa de España con las capitales de provincia señaladas. Cada vez que visitamos (no sólo pisando: visitar visitar) una de ellas, compramos pines y los ponemos en el mapa, donde corresponde. Este verano se han hecho con Ávila y Segovia, a donde fuimos un par de días de excursión, y esperamos conseguir Barcelona, Tarragona, Castellón, Valencia y Alicante. ¡Toda una aventura para ellos!

El objetivo saludable del año era mantenerme desde octubre a diciembre por debajo de los 95Kg. Empecé el año en 105 y ahora mismo me mantengo entre 95 y 97, lo que constituye una marcha extremadamente buena. Espero, en agosto, ir reduciendo poco a poco hasta 95 Kg y, rota esa barrera, reducir otro kilo o dos en septiembre, para mantenerme desde octubre en unos 93Kg y lograr así mi meta. ¡No va nada mal la cosa!

Por último, tenía un objetivo familiar: tramitar el acercamiento de mi madre a una residencia más próxima a mi hermana y a mí. Eso está cumplido. Todos los trámites están finalizados y ahora sólo queda esperar a que la administración y las listas de espera nos den buenas noticias.

Como supondréis, tengo buenos motivos para estar contento. El día que entregue la versión final del juego a mis compañeros para revisar, cosa que espero que pase en unos días, estaré aún más contento y escribiré algo.

¿Y vosotros? ¿Cómo van esos objetivos?

miércoles, 20 de julio de 2016

Guía para padres sobre videojuegos: Pokèmon GO

La sensación del verano, Pokèmon GO ha llegado recientemente a nuestros dispositivos. Si sus hijos están deseando salir a la calle y recorrerla o le piden que pare el coche para visitar una pokeparada y todo eso le resulta desconocido, esta guía es para usted. Pokèmon GO es entretenido y puede ser muy positivo para sus hijos si mantiene el control sobre el dispositivo y un ojo sobre sus chavales. Y, de paso, ¡puede ir y cazar algunos Pokèmon!

El Juego

Los Pokèmon son criaturas de las que todos hemos oído hablar. Iniciaron su existencia como videojuego en consolas de Nintendo y han seguido con series, juego de cartas coleccionables y mucho más. Ahora, Nintendo publica un nuevo videojuego, esta vez utilizando un original sistema haciendo uso del GPS de los móviles. Hasta ahora, todos los sistemas de pokèmon consistían en cazarlos recorriendo mundos virtuales, mapas fantásticos de videojuegos, o comprando sobres de cartas en la tienda de juguetes más próxima. Sin embargo, ahora los Pokèmon están ahí fuera, en el campo y la ciudad, y para cazarlos hay que recorrer físicamente el mundo real.

Como padres, debemos tener en cuenta una serie de cuestiones. Pero, cómo no, mejor explicarlas después de conocer un poco el juego.

Recorrer la ciudad cazando pokèmon es sólo una parte del juego. Para conseguirlos hacen falta pokeballs. Si no tienes pokeballs no puedes cazar pokèmon. Así de simple. ¿Cómo conseguirlas? Yendo a pokeparadas, que están repartidos por la ciudad, normalmente en puntos de interés o sitios icónicos: fuentes, monumentos, plazas importantes... Por ejemplo, cerca de mi casa hay una fuente, que pertenece a un centro del Canal de Isabel II. Pues esa fuente tiene una pokeparada. En el Centro Comercial Heron City, en Las Rozas, hay una torre-anuncio que indica el nombre del lugar. Ahí hay otra pokeparada. O sea, que son lugares fáciles de reconocer, pero no excesivamente importantes. Por eso, debo decir que no hace falta gastarse un duro en pokeballs ni cosas por el estilo. Lo que hay que hacer es coger el móvil y darse un paseo hasta una pokeparada cercana: allí obtendrás pokeballs y otras cosas útiles. Una buena excusa para darse un paseo.

Por otro lado, está la cuestión de que no todos los pokèmon se encuentran en un lugar concreto. Los pokèmon tienen tipos: los hay de agua, tierra, fuego, hielo, oscuridad, veneno, psíquicos, fantasma... Según el tipo, se encontrarán en unas zonas u otras. Por ejemplo, los de agua se encuentran cerca de masas de agua, como ríos, pantanos o costas. Los pokèmon fantasma suelen salir de noche y se encuentran especialmente en cementerios y junto a templos. Así pues, si su hijo le pide ir a algún lugar concreto, ya sabe por qué puede ser. Y, por otro lado, precisamente eso puede ser usado para ir a lugares nuevos que sus hijos no tengan ganas de ir. Por ejemplo, los pokèmon de tipo roca suelen estar alrededor de grandes centros comerciales, y los dragón en lugares turísticos.

Una vez se alcance suficiente nivel, se puede competir en los estadios pokèmon, que son lugares encontrados en el mapa, en sitios de cierta relevancia. Como las pokeparadas, pero más escasos. Allí, alguien habrá dejado un pokèmon de guardia. Si se desea conseguir el estadio, hay que vencer al pokèmon, lo que no suele ser fácil al principio. Si se consigue ganar y se logra el estadio, lo mejor es que se consiguen monedas, con las que comprar objetos más avanzados. Conseguir esas monedas permite, poco a poco, ir jugando y logrando nivel sin meter dinero en la aplicación.

¿Y cómo se gana en los estadios? Pues entrenando a los pokémon y mejorándolos. Según mejoren, irán haciéndose más fuertes y podrán vencer con mayor facilidad en más estadios, permitiendo conseguir más monedas. Esto de los estadios, advierto, suele ser para gente de cierto nivel. El juego lleva ya algún tiempo en el mercado y hay por ahí gente bastante fuerte.

Beneficios de Pokèmon GO

Cosas positivas de Pokèmon GO para los niños (y los mayores, que yo también le doy al asunto):

  • Fomenta andar. Mola, cuando se acaba el calor (es verano cuando escribo esto), salir y dar un largo paseo cazando pokèmon.
  • Los niños te acompañan sin rechistar a sitios donde no irían. O, al menos, no se quejarán cada 100 metros.
  • Incita a conocer lugares de tu pueblo o ciudad que no sabías ni que existían.
  • Es un fenómeno social y, como todos ellos, fomenta la sociabilidad.

Una cosa importante si se quiere aprovechar la aplicación para pasear es desactivar la realidad aumentada. Con ella, cuando se encuentra un pokèmon hay que pararse y apuntar para cazarlo. Sin ella, simplemente se pulsa y se caza, sin necesidad de parar (aunque hay que mirar hacia delante, señores, no nos vayamos a pegar contra una farola).

Adquiriendo Pokèmon GO

Está disponible para Android e iOS. O sea, es un juego de móvil y tablet. Que yo sepa, no está para Windows Phone. El juego es gratuito. Cuidado, porque tiene compras dentro de la app, así que no olvidéis mantener segura vuestra contraseña de la tienda, lejos de manos irresponsables.

Conclusiones

Es un buen juego, en serio. Es divertido y, cuando le coges el tranquillo, resulta divertido ponerte a cazar con tus hijos y completar la colección de pokèmon. Sales de paseo al caer la tarde y ellos encantados de acompañarte. Y recorres tranquilamente parques y calles, pasando por pokeparadas y cazando todo bicho virtual que por allí campe. Es una forma de compartir un rato con ellos mientras trotan por aquí y allá. Y, como siempre, recomiendo implicarse. Entiendo que a veces puede resultar aburrido y que son muchos los padres que no ven la gracia a los videojuegos o a andar con una maquinita mirando a ver si hay un bicho inexistente. Pero a los críos les fascina ese espíritu explorador y coleccionista, así que anímese, que puede compartir un buen rato echándole ilusión.

martes, 19 de julio de 2016

Y llegó Pokèmon GO

¡Aquí está, ya llegó! Sí, amigos, el gran juego del verano. Gente paseando por las calles sin mirar por dónde pasa, buscando Pokèmons como adictos al chocolate caliente. Allá van: pasean, conducen, vuelan de un sitio a otro cazando bichejos raros que se encuentran por la calle, en el bosque, junto al lago... Pokèmon GO es la sensación veraniega, y tiene buenos motivos para ello. Es original, explota como nadie antes la geolocalización, está currado y, aunque sus servidores van de pena y se desconecta cada dos por tres, hay que reconocer que el sistema está curradísimo.

Y a mí, además, los pokèmon me gustan, qué se le va a hacer. Sobre todo, Lapras (en la imagen), con quien he ganado innumerables combates en Pokèmon TCG Online. Aún no lo he cazado en GO, pero lo haré. Es de agua: en cuanto me vaya a la playa habrá porrón de ellos.

Evidentemente, y como en todo producto novedoso, las críticas no se han hecho esperar. Para empezar, que la gente, como en toda novedad tecnológica también, no sabe controlarse y ser responsable ante la novedad. Pero claro: que dos chavales hayan entrado en una zona restringida de una comisaría, sabiendo que en España hay decenas de miles de jugadores es anecdótico. pero es la anécdota que se cuenta. Es normal: hay espacio para noticias y hay que rellenarlo con algo. Además, no está de más que la gente tenga conciencia de lo que le puede pasar si no es responsable.

Luego están los criticones. Esos que dicen "cuidado, que los pederastas pueden usar el juego para atraer niños". Hombre, a ver... Yo dejo a mis hijos recorrer un trecho con mi móvil, pero siempre a mi vista. Dar un paseo con el móvil en mano es una pasada, porque oye ¡no se quejan! Mis hijos se quejan cada 10 metros pero, con el jueguecito tonto, recorren kilómetros pasándoselo pipa. Pero siempre a mi vista. Si no, la culpa no es sólo del pederasta: también lo es del irresponsable del padre de los niños a los que dejan trotar por donde quieran sin miramientos.

Por lo demás, Pokèmon GO es un pasote. Muy entretenido. Bien diseñado. Fomenta caminar y hacer ejercicio. Fomenta conocer sitios nuevos, recorrer mundo. Los pokèmon no están todos en el mismo sitio: los de agua están cerca de agua y los de tipo dragón cerca de lugares turísticos, por ejemplo. Además, sobre el nivel 5 se agotan las pokeball, y hay que ir a por nuevas en los centros Pokèmon. ¿Dónde están? En lugares de interés, por lo que se anima a los jugadores a conocer lugares icónicos de su ciudad que no conocen. Maravilloso.

Voy a hacer una guía rápida para papis y una más avanzada para todos. Que lo sepáis. Entre mañana y pasado las tenéis.

¡Hala, a caminar se ha dicho!

martes, 12 de julio de 2016

Turismo

El jueves recogemos a los dos mayores, Enrique y Santi, que han estado en un campamento en el Valle del Jerte, en Cáceres. Aprovechando que estaremos allí el jueves temprano, porque se les recoge a las 10, subiremos por el valle para ir a Ávila, recorrerla y, de allí ir al Camping de Segovia a pasar la noche. El viernes tenemos previsto recorrer la ciudad y viajar a Aranda de Duero.

Para poder disfrutar del viaje y hacer que los niños se lo pasen bien, he preparado una ruta por Ávila y otra por Segovia, sin ánimo de recorrer demasiadas distancias, aunque pasando por lugares emblemáticos y, sobre todo, que tengan historias que contar. Les hablaré de leyendas y hechos históricos de las dos ciudades, que es algo que suele gustarles mucho.

Preparando todo ese material me he encontrado con que Internet es un lugar estupendo de donde sacar información, pero realmente está dispersa. Los sitios oficiales no aprovechan la tecnología, y no encuentro herramientas que permitan fácilmente encontrar lo que quiero. Hay que bucear. Demasiado, diría yo. Así que, cómo no, ya tengo otro proyecto en mente. Y van muchos. Me falta tiempo. ¡Me falta pasta!

Quiero una especie de Google Maps donde pueda tener todos los lugares de interés y turísticos de la ciudad. De todas las ciudades posibles. Quiero que estén categorizados por los que la gente considera más importantes, algo que ya hace Miniube. Y quiero que los lugares contengan propiedades, no simplemente texto, como los costes, tiempos de visita, horarios, si son para niños o no, accesibles o no, etc. Quiero, además, que asociados a estos lugares haya historias, leyendas, datos diversos, informaciones de interés... Y todas ellas, a su vez, organizadas y con sus propiedades. Con su importancia o interés, según lo que opinen los usuarios. Y, finalmente, quiero poder organizarme un recorrido marcando qué ver y qué historias escuchar, dónde descansar, comer... Guardarlo en mi cuenta y disfrutar de él una vez allí. Y ver, resumido, el coste, duración total, etc.

Ya que no tengo tiempo, que alguien lo haga, caray. Que después de Ávila y Segovia me gustaría ir a otras ciudades de España. Este mismo verano, Valencia, Burgos y, tal vez, Murcia.

lunes, 11 de julio de 2016

En un futuro lejano, muy muy lejano...

La existencia de la especie humana es más frágil de lo que parece. Sobre todo si nos mantenemos en un único planeta. Una guerra, una epidemia, un cataclismo... Cualquier cosa puede causarnos un gran daño como especie y sumirnos en una nueva "edad oscura", como fue la Edad Media (o eso dicen algunos: yo no estoy muy de acuerdo en esa visión del Medievo).

Como digo, si la humanidad coloniza otros planetas la cosa cambia. Los grandes cataclismos, para empezar, sólo afectarían a uno de los planetas, por lo que nuestra probabilidad de supervivencia se dispararía. Las epidemias serían más fáciles de contener y las guerras, probablemente, tendrían efecto en un porcentaje menor de población, dado que sería raro que se extendiesen por varios planetas. Lo peor es que fuesen conflictos interplanetarios, lo que es relativamente probable que llegue a ocurrir.

Otro riesgo es la existencia de robots inteligentes a los que nos empeñemos en considerar esclavos o seres sin alma. Por que sí: somos así y nos gusta sentirnos superiores. Inevitablemente, si tal escenario llega a ocurrir, tendremos un problema. ¿Soluciones? Que por una vez la humanidad acepte que los robots inteligentes tienen derechos o que, en la lucha, aumentemos nuestras capacidades al menos tanto como ellos. Si aprendemos cómo funcionan nuestros cerebros, cosa a la que se llegará, podremos mejorarlos. Podríamos añadirnos coprocesadores, mejoras para reaccionar más rápido... Y ayudados de exoesqueletos, nuevos materiales y todo lo que estamos viendo hacerse realidad, podríamos combatir perfectamente a unos hipotéticos robots rebeldes. Me temo que la guerra distaría mucho de los escenarios de Terminator o Matrix. Me gusta más la visión de Overwatch.

Así que la humanidad tiene opciones. Muchas. Creo que nuestra probabilidad de supervivencia es alta. Soy optimista. Y creo, además, que estamos cerca de colonizar Marte. Y con "cerca" quiero decir este siglo. De la colonización a la creación de un entorno estable e independiente pasará tiempo: tal vez otro siglo. Así que, así a bote pronto, diría que si no la liamos por el camino y nos ponemos a pegar tiros o misilazos, en 200 años podría haber marcianos de pura cepa, orgullosos de su origen y con ganas de independizarse. No serán aún mayoría, pero los habrá.

Así que, si la guerra por la independencia de Marte (que la habrá, porque a los terrícolas no nos gustará eso de una República de Marte: así somos) la pasamos sin cargarnos media humanidad, nuestra especie habrá dado un gran paso por la supervivencia. Y aunque nos la carguemos, seguirá habiendo humanidad suficiente.

Y habrá robots entre nosotros. Y personas mejoradas. Igual todos lo están. Y seguirá habiendo diferencias sociales, aunque con más derechos, seguramente, lo que es bueno. Para los millones más desfavorecidos, esperan largos periodos hacinados en los puertos rumbo a Marte, que esperará inmigrantes como el llover. Intuyo que muchos de esos desfavorecidos serán robots.

Y así será hasta el siguiente gran cambio: el primer contacto con inteligencias de allende el espacio interestelar. Alienígenas.

De lo que no nos damos cuenta es que todo eso, que es probable que ocurra, lo afrontaremos mejor o peor según la posición de la que partamos. Cuando llegue el momento de lidiar con alienígenas, no es lo mismo ser los más desarrollados que los menos. Para los nativos americanos, desde luego, la cosa habría sido "un poquito" diferente si Pizarro hubiese tenido que lidiar con tanques, ¿verdad? Y ese desarrollo tecnológico es exponencial. Cada recurso que perdemos hoy son miles y miles, tal vez millones de recursos de desventaja cuando llegue el momento de la verdad y tengamos que tomar posiciones en una galaxia que, seguramente, está bastante más poblada de lo que pensábamos hace 50 años.

Ahora, pongámonos en situación de una máquina diseñada para elaborar estrategias de futuro para nuestra especie. Deshagámonos de toda humanidad. Olvidemos la pena o alegría de las muertes o las desgracias propias o ajenas. Pensemos de manera egoísta, como estrategas de una especie que se la jugará tarde o temprano. ¿Qué veríamos? Yo veo que toda esa gente que pasa hambre en el mundo, son recursos sin aprovechar. Que no hacemos trabajo en equipo alguno. Veo que estamos perdiendo el tiempo porque no tenemos un enemigo ahí fuera. Ese enemigo que no vemos, pero probablemente está. Y que nadie me venga con que serán majetes, espirituales y toda esa monserga: serán como nosotros y, gracias a eso, habrán sobrevivido. Se habrán caneado entre ellos todo lo posible y buscarán sacudirnos en favor de su hegemonía, porque, igual que nosotros, será su forma de llevar las relaciones con desconocidos.

Veo que pasamos tres pueblos del desarrollo de África o zonas de Sudamérica y Asia porque creemos que eso no es cosa nuestra pero no tenemos en cuenta que, si todo eso estuviese desarrollado tanto como occidente, el nivel tecnológico, cultural y económico de nuestro planeta sería BESTIAL.

¿La buena noticia? Que, probablemente, a esos que están ahí fuera les pasa exactamente lo mismo. Igual que en la Historia las culturas que más se desarrollaron fueron las que estaban junto a otras culturas, en esta futura historia pasará lo mismo. Seguramente, las dos culturas que se encuentren primero se desarrollarán mucho. Sí, claro: se pegarán, se zurrarán de lo lindo... Pero se desarrollarán.

Tal vez, en contra de lo que está de moda pensar hoy día, que no es bueno mandar mensajes ahí fuera por si vienen, sea lo contrario de lo que deberíamos hacer. A lo mejor mandar "emisarios" es una buena idea, para que vengan. Aunque lo más conveniente suele ser conseguir información, no darla. Sea como sea, tenemos las mismas probabilidades de estar tecnológicamente más retrasados que de lo contrario. Y, por ello, las mismas razones para ser optimistas que pesimistas sobre nuestro primer encuentro.

En cualquier caso, no estaría nada mal añadir un motivo más a nuestra lista de razones para combatir la pobreza en el mundo. Esa gente que pasa hambre está en nuestro barco. Está de nuestro lado. En esas regiones hay mentes que podrían descubrir curas, desarrollar motores, observar las estrellas. Toda esa gente trabajando con la capacidad de producción que tenemos en España es mucho dinero, mucha financiación y mucho desarrollo que nos podría llevar más lejos más rápido. Esa gente tiene algo en común con nosotros. Y la cosa cambia mucho cuando se piensa. Solemos razonar con la mente limitada a la Tierra, pero el Universo es mucho mayor. Eso que tienen en común es que son terrícolas.

Y nosotros también. Pensemos un poco, sólo de vez en cuándo, como terrícolas. Nuestro futuro puede depender de ello.

martes, 28 de junio de 2016

Cómo se recuentan los votos

Acabo de leer un texto, de esos que se hacen virales, sobre los defectos del sistema de recuento de votos. Si bien el texto es estrictamente cierto, no lo son tanto las conclusiones del mismo.

Lo primero es que suele tocarme un poco las narices esa tendencia a concluir que, cuando todos podemos hacer trampas, realmente las hace sólo el otro. Dice el autor "ahora entenderéis mejor por qué gana las elecciones un partido corrupto". Y no, la verdad es que esto no lo explica. Fundamentalmente, porque no es el partido el que maneja la mesa ¿o es que por ser presidente de mesa resulta que eres del PP? Si estadísticamente la mayoría de la gente estuviese contra el PP, lo suyo es que esa mayoría de mesas tenga presidentes y vocales contrarios a ese partido. Esa gente, puestos a hacer trampas, lo suyo es que las haga contra el PP, no a favor. Es decir, su tesis favorecería a quien más votantes tiene, a lo sistema D'Hondt, y no al revés.

En segundo lugar, es cierto que el sistema es vulnerable por la ausencia de testigos. Pero esa ausencia se da en la práctica por desconocimiento y comodidad. En teoría, el escrutinio es público. Es decir, si no te fías de la gente que cuenta en una mesa, puedes ir y contar con ellos. Pero claro, a las nueve de la noche... Nadie va. Correcto. La gente tiene la capacidad de ir y revisar. Y toda esa gente de partidos que pulula por ahí, los apoderados, tiene teóricamente la labor de hacer eso mismo, revisando los conteos. Otra cosa es que quieran estar ahí para decorar y que al cierre de colegios se vaya a casita.

En tercer lugar, está la maravillosa conclusión fácil de "ahora entenderéis mejor por qué (...) no quieren hacer que el voto sea electrónico (sería mucho más barato, sí, pero demasiado fiable)". Pues no, señor mío. Las razones son, precisamente, de falta de fiabilidad. Un ordenador NO es fiable. Existe un vídeo muy bueno de Tom Scott, un británico experto en seguridad informática, sobre por qué el voto electrónico es una idea horrible. Por resumir, el voto electrónico está basado en algo invisible y difícil de comprobar, llamado software. Cuando votas, nada te garantiza que no se esté asociando tu voto a tu persona, lo que no debería ocurrir. Además, el software normalmente se testea con otro software, con lo que estamos en las mismas. Y, para colmo, hay que testear el hardware. Y créanme: si una marca de coches ha logrado engañar sistemas de test de emisiones durante años, lo mismo puede pasar con las elecciones. Con una diferencia: para cuando nos demos cuenta, un candidato puede haber salido elegido varias veces sin poder revertir el error. Las bases de datos se hackean: es una realidad. ¿De verdad creen que por guardar votos la base de datos se vuelve invulnerable? Da igual: se perderán los datos o se corromperán. Quien lea mi blog sabe que soy pro-tecnología. Pues lea lo que un programador a favor de la implantación de la tecnología en cualquier ámbito de la vida tiene que decirle de esto: El voto electrónico es MUY MALA IDEA.

Lo bueno de ese texto, que me parece estupendo que se escriba, no son sus conclusiones, fruto de la ignorancia y el puro sesgo ideológico. Lo bueno es que hará que la gente piense en ello. Si alguno tiene problemas con lo que pase con su voto, lo tiene fácil: la próxima vez, plántese a las ocho de la noche, al cierre del colegio, en la mesa en que votó y sea testigo del conteo. Sé que siempre pedimos lo mismo: un sistema maravilloso que funcione sin que nosotros tengamos que hacer nada. Pero eso no existe. Que el sistema funcione depende de nosotros y, además, debe ser así. Es bueno que sea así. A menor implicación, mayor probabilidad de corrupción, pero el problema empieza en nosotros.

Hala, las próximas elecciones, a ver si hay ganas de levantar el culo del sofá...

viernes, 24 de junio de 2016

Replanteándose la educación más básica

Hace algún tiempo estuve revisando la historia del hombre: su evolución y su desarrollo tecnológico y cultural. Ha pasado mucho tiempo desde el primer homínido hasta hoy. En este tiempo, millones de años, nuestra fisionomía, cerebro, cultura y costumbres han evolucionado enormemente. Lo que me ha hecho pensar ha sido el hecho de que, según he leído, "un estudiante de hoy sabe más del mundo y el universo que cualquier gran mente de hace un par de siglos". Y es cierto. Hoy sabemos mucho pero, además, hay mucho que consideramos que es básico conocer.

Y de ahí este post, que no es de conclusiones, sino de preguntas. Muchas preguntas.

Y la primera es: si consideramos que la educación básica (primaria y secundaria, por poner), es tan extensa como para saber operaciones relativamente avanzadas, historia con cierto detalle, análisis sintáctico, fundamentos de física y química, capitales del mundo, nombres de ríos que no veremos en la vida... ¿Qué puñetas no es básico? ¿Quién establece lo que es básico? Supongo que expertos en el tema. Un matemático hará el programa de matemáticas, ¿no? Entonces, ¿hasta qué punto el matemático no cree "básico" algo que lo es en relación con el conocimiento completo de matemáticas, que es lo que él conoce? Yo considero básico en mi profesión algo que puede que quien no se dedique a la programación no vaya a usar en la vida. ¿Es eso realmente básico?

Y digo yo, ¿qué es "básico"?

Concibo la educación "básica" como aquella que nos proporciona conocimientos que debemos saber, porque hay una alta probabilidad de que vayamos a necesitarlos a lo largo de nuestra vida. Y, desde luego, algunos más conviene tenerlos aunque sólo sea para poder entender lo que otros hacen. El caso es que muchas veces leo a gente opinar sobre la educación en disciplinas concretas, como técnicas, y lo hacen en forma de "hay que promover la ingeniería entre los jóvenes". Entonces, ¿no estarán los expertos asesores cayendo un poco en "enseñemos más de lo nuestro para promover que los chicos lo conozcan y se metan en nuestra carrera"? ¿No habrá, además de un exceso de creencia de que nuestro campo de conocimiento es más importante que los demás, una tendencia a pensar que es bueno que los jóvenes sepan lo que hacemos y hagan lo mismo que nosotros? Algo parecido a los padres del s.XIX, que siempre querían que sus hijos hiciesen lo mismo que ellos.

Mi hijo mayor tiene ahora mismo la capacidad mental que permite a cualquiera hacer videojuegos. Le falta experiencia. Mucha. Pero capacidad mental tiene. A mí me cuesta enseñarle todas las semanas, porque el tiempo no me sobra. Una pena. Si mi hijo tuviese 100% claro que quiere programar juegos, ¿estaría justificado que su campo de estudio estuviese fundamentalmente orientado a eso? Problema: creo que hasta los 20 años ninguno lo tiene ni medianamente claro. Entonces, no enfocamos más el estudio hacia una disciplina u otra, ¿porque creemos que no tienen un cerebro lo suficientemente desarrollado, porque creemos que les faltan aún muchos conocimientos básicos o porque aún no saben lo que quieren?

Mi hijo de 10 años sabe de todo. Y, aunque nos parece que saben poco, porque nosotros sabemos más, la realidad es que, a poco que repasemos sus libros nos daremos cuenta de que mucho de lo que ahí aparece lo hemos olvidado o lo recordamos según lo leemos. ¿Eran cosas básicas? ¿Cuál sería la consecuencia de que no estudiasen todo eso? ¿Cuál sería la consecuencia de que nosotros no lo hubiésemos estudiado? ¿Pretendemos poner todo eso para que, sacando un 5, sepan lo realmente básico? ¿O es que en el s.XIX inventamos un sistema de enseñanza y, según aprendimos más, hemos ido añadiendo y añadiendo materia sin replantearnos que igual estamos dando por básico cosas que no lo son tanto?

Igual el tema es que creemos que nuestra disciplina es la más importante, cuando no lo es. Igual pensamos que, si un adolescente no sabe lo que para nuestro campo de especialización es básico, pese a que no lo sea para la vida, es un ignorante. Tal vez, sólo tal vez, el ser humano no está preparado para elegir su camino de manera fiable hasta los 20 y, hasta entonces, necesitamos tenerles ocupados porque tenemos que trabajar. Así que está bien que aprovechen y aprendan lo básico, lo que no es tan básico y lo que nos gustaría saber a nosotros, ya de paso. Puede que no queramos que hagan lo primero que se les ocurre por miedo a que luego cambien.

En definitiva, y ya sé que dije que no sacaría conclusiones, lo que tengo claro es que hasta lo más dado por seguro es hoy replanteable en educación porque, a poco que lo pensemos, es un sistema de 200 años, y en estos dos siglos ha cambiado todo tanto que algo de diseño tan antiguo ya no puede funcionar. Ni de guasa. No los programas o asignaturas, no: lo básico y fundamental.

Igual habría que reducir la jornada de estudio puro de los chavales, reducir "lo básico", y hacerles explorar más. Igual habría que ir concentrándose más en estudiar a cada niño y lo que le atrae y motiva, para guiarle pronto a algo que realmente le guste, que a revisar si sabe o no sabe cosas que luego olvidará para siempre. Igual el sistema debería ser más flexible y estar más enfocado a estudios para adultos trabajadores, para permitir que sea fácil cambiar, por si nos equivocamos; por si la tecnología avanza y necesitamos aprender más. Igual hay que enseñar lo "realmente básico" los tres o cuatro primeros años de infantil, aumentando las horas de juego para, luego, olvidarse de generalidades y empezar a orientarles a estudios más avanzados de disciplinas que se enmarquen en lo que van a ser de mayores, porque sabemos qué es lo que le gusta, permitiendo con ello una mayor especialización durante más tiempo.

Suelo pensar que lo que hay es por algo y, normalmente, es fruto de una evolución que tiene sentido. Pero hay ocasiones también en que replantearse lo más fundamental viene bien y lleva a revoluciones extraordinarias: puntos de inflexión en la historia. Me pregunto, para terminar, cuál de las dos opciones es la que debería aplicarse a la educación tal como la conocemos.

lunes, 20 de junio de 2016

El mal menor

Como suele ser mi costumbre los lunes, acabo de ver el último vídeo de Last Week Tonight, el programa del mordaz John Olivier. Esta vez, ha tratado el tema del famoso Brexit. Como buen británico, a Olivier le interesa el tema y, como él mismo indica, a todos debería importarles, incluso al otro lado del charco, porque las implicaciones económicas de una hipotética salida de Reino Unido de la Unión Europea son grandes.

En cualquier caso, la pregunta que surge viendo el programa es "¿qué es peor?". No parece haber solución perfecta, ni siquiera buena. La Unión Europea es un ente extremadamente burocrático, complejo y engorroso. Da la sensación de ser un aparato gigantesco con terribles problemas de diseño. Sin embargo, salir de la UE puede ser peor que estar en ella, por mucho que nos guste poner sus instituciones a caldo. Y digo "nos guste", porque los británicos deben de creer que son los únicos a quienes la Unión no les gusta, pero personalmente me siento muy alineado con sus críticas.

La Unión Europea se construyó con ilusión, como quienes hacen una casa común, cada cuál poniendo lo que le da la gana y como le da la gana. Pero a quién le importa que Fulanito ponga esto así o asá: la ilusión del proyecto es mayor y no vamos a discutir por eso. Años después, todos miramos la casa, mal hecha y fea de narices, con la ilusión ya pasada, y nos damos cuenta de que es un horror, pero tenerla es mejor que vivir a la intemperie.

El caso es que pensando en ello, esto me recuerda a las elecciones en España. La gente vota a Podemos porque por mucho que critiquen sus ideas, votar lo de siempre no funciona. Y la gente vota al PP porque, aunque no soportan a Rajoy, que salga Podemos es peor. ¿Soy yo, o esta época que vivimos bien podría llamarse "la década de la búsqueda del mal menor"?

Creo haberlo comentado en posts anteriores. Cuando ya ninguna solución es satisfactoria, es hora de echar marcha atrás y revisar las bases y fundamentos que damos por seguros para buscar soluciones nuevas. Es hora de innovar, de crear modelos de estado nuevos, donde mantengamos lo bueno y corrijamos lo malo con fórmulas novedosas. Es hora de replantearse la relación entre los estados de la UE y sus bases para crear una estructura más eficaz manteniendo la unidad. Es hora de innovar, pero por mucho partido nuevo que veo, sigo escuchando fórmulas antiguas.

Es inevitable: la Historia así nos lo enseña. Alguien innovará y liderará el nuevo siglo que ya ha comenzado. No sé quién, pero alguien lo hará. El problema es que, cuanto más tarde en llegar, peor y más violento será el cambio. Siempre ocurre igual. Y siempre ocurrirá.

Es la época que nos ha tocado vivir.

miércoles, 15 de junio de 2016

Clases sociales

Hace unos meses, acudí con mi hermana a una universidad, tipo escuela de negocios privada, de ésas cuyo nombre son siglas llenas de ies, es, enes y algunas eses de vez en cuándo: ESINE, IESE, INASE, EINES, TROLOLO... Igual da el nombre que tuviese. Era el día de puertas abiertas, y durante dos horas y media bombardearon a los padres con argumentos por los que estudiar en su universidad es bueno para sus hijos. Razones no les faltan: Pocos alumnos por aula, años de experiencia, un alto porcentaje de doctores, profesores que están en grandes empresas privadas, muchas charlas de emprendedores y gente experta, bolsa de trabajo con menos de un 7% de paro al terminar, fondo de inversores para crear negocios, fomento del emprendimiento, 18º mejor MBA de Europa... La pera, vamos.

A mi lado teníamos a una señora repuesta con su niño de pinta más que pija, cuyo padre llegó al rato muy trajeado y con el móvil en la oreja. El mismo móvil que le hizo salir y entrar tres o cuatro veces de la sala no sin antes molestarme para dejarle pasar. Y así era todo el mundo. Estaba en mundo-pijo, para entendernos. Me resulta chocante la idea de pensar en mi sobrino estudiando ahí, porque de pijo no tiene un pelo, pero la experiencia puede ser formidable.

Conduje de nuevo hacia casa pensando y, por la noche, examiné tranquilamente en el sofá toda la documentación que me habían entregado. Y me pregunté: "¿qué probabilidad tiene un chaval de algún barrio de clase media o media-baja, de estudiar en un centro como ése?" Mis conclusiones fueron terribles.

Para estudiar allí hay que tener dinero o ir becado. Una de dos. Si eres de clase social media-baja no tienes la pasta, así que necesitas ir becado. Visité la web de esa universidad para ver si disponen de becas. Y sí: así es. Una para discapacitados y otra para personas que necesiten ayuda financiera. ¡Aleluya! Tienen becas de... ¿un 15%? ¡¿de un 15%?! ¡Un 15%! ¿En serio? Si la carrera me cuesta 6000 euros al año, ¿de verdad creen que 900 marcan una gran diferencia? Sin duda, no es solución para gente sin muchos recursos. Por último, tenían un enlace a la web del Ministerio. Si no me he informado mal, estas últimas son de 1500€ máximo. Están pensadas, como es de esperar, para acceder a estudios baratos. ¿Públicos?

Luego está el problema del desplazamiento. Colegios hay en todas partes. Universidades no. Así que para encontrar un buen colegio igual tienes que moverte un poco, pero para encontrar una universidad privada te tienes que ir a zonas de alto nivel económico. O sea, lejos de las clases medias y bajas. Ir todos los días a una escuela de negocios que está en el quinto pino es un obstáculo que, al final, tienen de manera especial los de siempre.

El problema no es sencillo, pero creo que todos tenemos claro que requiere, para empezar, de tres cosas: cambios legislativos, estabilidad legislativa y financiación. Sin eso, que no tiene pinta de tenerse a estas alturas, no hay tu tía. Ni en educación superior ni en la básica. Una vez conseguido eso, hay modelos en el extranjero que son enteramente públicos y otros enteramente privados. No creo en esa discusión tonta y antigua sobre si todo tiene que ser así o asá. Lo de la "educación pública de calidad" es precioso, pero nada fácil de lograr. Yo creo en la libertad y en que ambos modelos pueden coexistir. Pero, se haga como se haga, debo decir que no es en el chico de barrio pudiente en quien hay que pensar: sus padres tienen recursos para darle lo que necesite, ya sea aquí o más allá de nuestras fronteras. Es en el del barrio humilde. El problema de esos chicos es el que hay que arreglar.

Ahí es donde se forja la igualdad, más allá de la sanidad, la defensa, la economía e, incluso, los derechos civiles. Es en la educación de quienes tienen menos. Porque, lograda ésta, esos jóvenes convertidos en adultos tendrán la oportunidad y las herramientas para forjar una sociedad mejor.

lunes, 13 de junio de 2016

La responsabilidad de publicar

Solemos quejarnos de la forma en que el periodismo ha ido perdiendo credibilidad, publicando sin informarse lo suficiente. Llega el becario de turno, pensamos, y mete una noticia que no está corroborada. Y pensamos en cómo puede ocurrir tal cosa. Son medios profesionales, de gran experiencia, y cometen ese tipo de errores. Y pensamos que uno ya no se puede fiar ni de los periódicos.

Un día, nos llega un correo sobre los números en la base de un tetra brick y lo reenviamos. Y recibimos otro sobre la chirimoya y su capacidad para curar el cáncer y lo pasamos a nuestros amigos porque hay que ver qué malas son las corporaciones. Y luego resulta que en el municipio hay una banda que secuestra niños en las salidas de los colegios, usando una furgoneta verde, negra, blanca o vete tú a saber. Y la policía, el ayuntamiento y el colegio tienen que andar desmintiendo chorradas. Y así, uno tras otro, te van mandando mensajes que no son reales, comúnmente denominados "hoax". Llegan al correo e, incluso, al grupo de Whatsapp que hay para los padres de la clase que, digo yo, no está para para eso. Claro, que casi nadie lo usa para lo que es. Y va la gente y los reenvía. Con dos narices.

Uno debe tener claro que, si publica algo, ya sea reenviándolo, colgándolo en su muro de Facebook, twiteándolo o poniéndolo en el grupo de Whatsapp de turno, se hace responsable de eso que publica. Da igual que no lo haya escrito: su difusión es su responsabilidad. Hay mil formas de asegurarse de que un hoax lo es. Y otras mil de asegurarse de la veracidad del mensaje. No podemos decir "pues lo reenvío" con la tranquilidad de que el otro verá si lo cree o no.

Internet es maravilloso. No permite llegar potencialmente a millones de personas sin necesidad de ser una gran empresa o disponer de presupuestos multimillonarios. Es un gran poder y, como todo gran poder, conlleva una gran responsabilidad.

Así que, por favor, sean responsables.