Hace algunos años ya, más de diez, un compañero de trabajo y yo tuvimos una interesante conversación sobre las negociaciones con los jefes referente al salario de uno: pedir una subida o no, cuánto pedir cuando se va a un trabajo nuevo... Uno de los problemas es que a uno le falta información sobre lo que se gana, en general, en un puesto para el que va a ser contratado. Hay webs y sitios donde esto aparece, pero se basan en estadísticas donde, tal vez, se participa más cuanto más se gana, lo que desvía al alza los datos. Independientemente de eso, la conversación cambió mi vida por una simple cosa: me dijo cuánto ganaban él y nuestro jefe.
Que él dijese cuánto ganaba está socialmente mal visto. Que diga lo que gana el jefe, peor aún, claro. Sin embargo, siempre me he preguntado por qué. La razón, supongo, es que es un sentimiento común el rechazo a que los demás sepan algo así de uno, ya sea porque consideramos que ganamos poco, así que preferimos que no se sepa, o porque ganamos más, y decirlo puede sonar a lucimiento personal. Sea como fuere, no está bien visto socialmente.
Y estoy en contra. A mí me ayudó mucho, y en las dos negociaciones siguientes para nuevos puestos de trabajo casi dupliqué mis ingresos. Que otros compañeros en puestos similares al mío sepan lo que gano creo que puede ayudarles, como a mí saber lo que ganan ellos. Si gano más, ellos sabrán que pueden mejorar y negociar mejor. Si es al revés, lo sabré yo. E, independientemente de eso, el que más gana tendrá una inyección de moral. Y si ganamos lo mismo, sabremos que podemos sentir que ganamos lo aparentemente justo o, cuando menos, lo que el mercado parece establecer.
Todo esto viene a que, en el mundo, yo no lo sabía, pero hay cuatro países que han hecho públicas las declaraciones tributarias de sus ciudadanos. Son Finlandia, Suecia, Noruega y... Pakistán. En Noruega, concretamente, se puede ir a una web y buscar cuánto ha tributado otro ciudadano cualquiera. Eso sí: desde hace dos años las búsquedas también son públicas. O sea, que si yo busco lo que gana alguien, ese alguien lo sabrá.
Y me parece maravilloso. Imaginen que se hacen públicas las finanzas de todos los españoles. ¿Qué consecuencias tendría? Pues, según mis conclusiones y las de varios estudios basados en la experiencia de Noruega, Suecia y Finlandia, las ventajas son muchas:
- Los trabajadores pueden saber cuánto gana gente que trabaja en lo mismo que ellos, mejorando su satisfacción por un buen sueldo o dándoles argumentos para reclamarlo.
- Estadísticamente, la felicidad de la gente en estos países ha aumentado, sobre todo en las rentas altas.
- En estos países, la evasión fiscal se ha reducido tras la implantación de cuentas públicas.
- Permite que haya servicios que aporten datos sobre salarios y rentas basados no sólo en encuestas, sino en datos fiables y completos.
- Es un punto crucial en la transparencia de cuentas de los políticos y altos cargos de la Administración.
Así pues, ¡promovamos unas cuentas públicas! Si gana poco, le vendrá bien para saber lo que puede lograr. Si gana mucho, su satisfacción personal mejorará notablemente.