miércoles, 4 de junio de 2014

¡Tecnología en el colegio... ¿al fin?!

Si ha leído más posts de este blog, seguramente se habrá dado cuenta de que apoyo firmemente la idea de que debería enseñarse computación en el colegio. Desde hace algunos años se ha puesto de moda la creación de talleres, campamentos y extraescolares de programación y robótica. La programación suele darse con Scratch, un lenguaje para niños desarrollado por el MIT. La robótica empezó a popularizarse en los colegios gracias a LEGO, que oferta dos soluciones para la formación tecnológica: WeDo y Mindstorms.

He tenido la oportunidad de conocer de cerca dos talleres a los que han acudido mis hijos: uno de Scratch y otro de WeDo. De ambos salieron encantados, sobre todo el mayor (el pequeño aún es demasiado pequeño, creo yo). En el de WeDo, además, tuve que resistirme a sentarme y ponerme yo a toquetear y hacer cosas. Aunque voy a analizar estas dos experiencias y sacaré cierta parte negativa, vaya por delante que cualquiera de estas alternativas es mejor que no tener ninguna. Acercar la computación al colegio es fundamental, y estas actividades, en cualquiera de sus formatos, son un acierto.

¿Qué hay, pues, de negativo? En los dos casos, mis hijos siguieron un tutorial. Al llegar a casa, el mayor quiso enseñarme lo que había hecho con Scratch y fue incapaz, aunque me hice una idea de lo que quería y le eché una mano. Los tutoriales están bien para según qué cosas, pero no me parece el mejor modo de conseguir que aprendan y adquieran ciertas bases. Les gusta ver cómo un avión tiene una hélice que gira a diferente velocidad según lo inclines más o menos, pero ni saben por qué ni tienen idea de cómo hacerlo si no es ejecutando el tutorial.

Podría decirse que cuando hagan muchos irán aprendiendo. Es posible. Pero pasan dos cosas: La primera, que lo dudo. No tengo claro que lleguen a aprender realmente ciertas cosas básicas tras ochenta tutoriales. La segunda, que aunque así fuese, si les dieses cierta información en menos de la mitad de tutoriales aprenderían bastante más. E, insisto, prefiero eso a nada.

Este tipo de actividades entretienen mucho a los chavales. Salen encantados, pero eso no significa que aprendan gran cosa. Además, considero que es una oportunidad perdida de enseñarles conceptos muy útiles, no solo tecnológicos, sino también científicos en general. Si los niños aprenden a programar (no a seguir tutoriales) pueden dar un salto cualitativo en su formación de matemáticas, física, química, biología... De todas esas materias (incluso no científicas, como literatura) se pueden hacer proyectos muy entretenidos.

Se pueden hacer proyectos relacionados con probabilidad, como algún juego de azar. Se pueden hacer sobre cinemática clásica, programando tiros parabólicos con un cañón (¿recuerdan el Kitten Cannon?). Pueden hacer simuladores de configuraciones electrónicas. Incluso algún juego simple de genética (o selección natural). Pueden hacer generadores de palabras y darles estilos, aprendiendo con ello los principios de los diversos géneros literarios o las diferentes formas poéticas.

Pero eso no vale de nada si el niño no sabe programar. Y no sabrá programar si no se le explican ciertos principios básicos. Para que se enseñen esos principios se requieren dos cosas: Una, que la formación sea a un plazo aceptable. Dos, que el profesorado tenga esa formación.

La enseñanza de la programación (o de la robótica, que al fin y al cabo tiene un alto componente de programación) debe darse de forma continuada y con un claro objetivo de enseñanza, no de mero entretenimiento. Para ello, lo mejor es que una de dos: o sea una extraescolar dada en condiciones (no es lo que veo de momento en las diversas empresas que he visto por ahí) o forma parte de la enseñanza que proporciona el centro. Hay, por ejemplo, muchos institutos públicos que han introducido en las aulas estas actividades, y se enfrentan en competiciones nacionales e internacionales. Pero no hablamos de talleres o campamentos, sino de una asignatura en toda regla.

De momento me tengo que aguantar con lo que hay. Mis hijos irán este verano a un campamento tecnológico que, pese a no ser lo que me gustaría, es un buen acercamiento de la tecnología a sus vidas. No el mejor que yo hubiese querido, pero es mejor que nada, no hay duda.

En definitiva, señores profesores, directores y personal docente y relacionado: pónganse las pilas. A los públicos, mi enhorabuena, porque veo que hay muchos que llevan algún tiempo adaptándose. No sé si tendrán la mejor formación en programación, pero seguro que sí poseen la pasión por la enseñanza necesarios para aportar mucho a sus alumnos y acercarles a este mundillo. Esos profesores son visionarios, al 100%. Y digo públicos porque, por lo que veo, son los centros donde este tipo de actividades están más desarrolladas. A los privados y concertados, no saben ni lo que se pierden ni el coste que esto tendrá en su alumnado. Hay quien suele criticar el modelo público, pero aquí les llevan ventaja. Mucha.

¡Así que aceleren, señores, que pierden el tren!

No hay comentarios:

Publicar un comentario