lunes, 21 de septiembre de 2015

Pasiones infantiles

He escrito mucho sobre mi hijo mayor y su pasión por los videojuegos. Aunque este post no trata sobre eso, haré un breve update del asunto: de momento, como veo que le encanta probar diferentes juegos y géneros, ha abandonado las clases de Dota. Según le vea centrarse volverá a ponerse con un título concreto. Ya habrá tiempo.

Pero sí: los videojuegos le apasionan. Y no solo jugarlos: también crearlos. El otro día vino con una idea para un juego, parida entre él y un compañero y, tras darle unas vueltas, la transformamos en algo totalmente diferente. Suele pasar en esto del brainstorming. El caso es que este año seguiré dándole computación, pero en vez de usar Scratch (con el que va a empezar el pequeño), con Unity. Y eso es ya darle mucha potencia, amigos. Es un software de desarrollo profesional. Así que irá haciendo realidad su juego. Le encanta, y tras la clase se tira horas toqueteando, cambiando código y mirando los resultados.

Pero bueno, lo dicho: este post no va de videojuegos. Va de otras pasiones. En el primer post de este blog dije que mi hijo mayor no tiene más pasión que los videojuegos. Pues bien: el tiempo ha dejado esa frase absolutamente obsoleta. Mi hijo es un apasionado de muchas cosas. Y yo diría que cada día más. Creo que el hecho de que me gusta enseñarle sobre todo lo que pregunta y ampliárselo según él lo solicita hace que su cabeza pida más y más y le haga consciente de la cantidad de extraordinarios conocimientos que hay ahí fuera, esperándole. Le chifla saber sobre las células, el cuerpo humano, animales, astronomía, historia, átomos y moléculas... Y siempre dice que quiere ser químico.

Pues de esas pasiones va este post.

Los niños son, sencillamente, sorprendentes. Cuando la gente ve en la televisión programas como Master Chef Junior, se quedan de piedra por lo que chavales de muy corta edad son capaces de hacer. Pero es que, realmente, a poco que se les trate como casi-adultos y se les enseñe bien, los niños son esponjas. Estamos demasiado acostumbrados a limitarles, a no hacerles caso cuando llegan con ideas originales aparentemente absurdas, a decirles que eso ya lo aprenderán cuando sean mayores o a, simplemente, comprarles un quimicefa para dejar tranquila nuestra conciencia porque al niño le atrae la química. Y el quimicefa acaba donde acaba siempre: en un armario y sin usarse. Detesto esos juguetes de ciencia para niños, lo reconozco: algo tengo en su contra.

Pero la ciencia es algo más. Es pasional. Y donde digo ciencia digo letras: la historia es maravillosa bien enseñada. Y la literatura. ¿Qué no lo es si te apasiona?

El caso es que pensaba yo anteayer en esto cuando recordé un artículo sobre por qué Silicon Valley es lo que es. No he logrado encontrarlo para poner el enlace. Entre los muchos factores que manejaba, uno eran los talleres y clubes de electrónica, donde chavales, jóvenes y adultos se juntaban en locales unidos por su pasión por la electrónica. Atentos: he escrito "chavales". Sí: en algunos de esos clubes admitían chavales, que podían pasearse por ahí, preguntar y actuar y ser tratados como adultos. Y es que en el fondo, salvo que les falte alguna base concreta de conocimiento para entender algo crítico, desde los 12 años pueden hacer muchas cosas que creemos que son solo de adultos. Y si les falta ese conocimiento clave, tranquilos: si tienen pasión, la aprenderán.

Este post viene a que echo eso de menos. Me ha llegado la hoja de extraescolares para apuntar a los niños. Una de ellas es "física y química", referida, claro está, a clases de apoyo para alumnos de ESO y Bachillerato. Mi hijo ha saltado en el sofá y ha gritado "¡química!", para luego recibir el frío jarro de agua de la realidad: no es para él.

A los niños les pueden gustar los deportes y tienen extraescolares, pero ¿dónde están las extraescolares de disciplinas que se enseñan en el colegio? ¿Hay que mantener a los chicos estandarizados, aprendiendo cada cosa de forma aburrida y lenta según está programado? ¿Por qué, si hay un grupo de alumnos a los que les encanta saber de biología, no hay un taller de biología donde aprendan más, mucho más?

Es por la estandarización: el sistema educativo es fijo, inflexible, y los niños y sus pasiones deben adaptarse. Tienen que entrar por la cinta sinfín, pasar por el procedimiento estándar, aprender lo que dice el programa (y no más, por favor, que se saturan sus pequeños cerebros) y, por fin, salir con un titulito de mierda que no vale más que para ser un humano estándar con conocimientos estándar.

Ya, ya... Estoy exagerando un poco. Pero me pone enfermo. Estoy un tanto rabioso. Pensaba en esto ayer y esperé a hoy para no romper mi compromiso de no escribir nada estando calentito. Pero es que me caliento según escribo, qué le vamos a hacer. Y conste que soy un fan de la estandarización, pero claro... ha de existir flexibilidad, sobre todo con los seres humanos y sus diversas formas de ser.

En conclusión: Soy un exigente, lo sé. Pero no me conformo con que mi hijo tenga opción de elegir una extraescolar de Dota o Starcraft. Quiero que en esa hoja de extraescolares se oferten también talleres de introducción a la física, química, historia, biología, geología, literatura, tecnología, etcétera.

Entre tanto, le enseñaré lo que pueda en casa, como de costumbre. Manda narices que no pueda hacerlo con amiguitos.

Sistema educativo de los c******.

1 comentario:

  1. Te entiendo, es una cagada que quieran estancar así a los alumnos que quieran perfeccionarse, sobre todo hoy en día que la regla en los jóvenes es lo que ustedes llaman "pasotismo". La culpa es de la educación progre y su ridícula obsesión con la igualdad, queriendo siempre emparejar para abajo, como buenos mediocres.

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