martes, 12 de abril de 2016

Asociacionismo en España

Desde que inicié mi trayectoria laboral, he tenido la suerte de, sin tener una formación extraordinaria, poderme mover en entornos más o menos internacionales, ya sea físicamente o a través de Internet: en mi trabajo se mejora mucho si se tiene la inquietud de ir fuera y ver lo que hacen otros técnicos. En este periodo, que cuenta ya 18 años (para muchos el "ya" sobrará, pero para mí son "ya" 18), he llegado a formarme la idea de que los anglosajones (ingleses, estadounidenses, australianos...) hacen muy bien algo que nosotros no solemos ni intentar: Asociarnos por una afición.

No me refiero a asociaciones que permitan protestar o hacer fuerza frente a algo o alguien, como asociaciones de usuarios o sindicatos... que también. Me refiero fundamentalmente a crear grupos de trabajo que permitan a la gente crecer cultural o tecnológicamente porque hay aficiones o intereses comunes. Aquí las hay, claro. Muchas. Conozco asociaciones de radioaficionados, aeromodelismo, coches antiguos... Sí, sí: muchas. Pero creo que ni de lejos tenemos la tendencia de crear grupos de interés que tienen por allí.

La ventaja de estas asociaciones es que la información fluye, el crecimiento es mucho más rápido gracias al equipo, se lo pasa uno fenomenal con gente que comparte sus aficiones y, encima, la capacidad para poner dinero en común y adquirir material es mucho mayor que si se tiene una afición en solitario. Dónde va a parar.

El problema en España (si es que lo hay: insisto en que esto es una sensación), es que las asociaciones suelen ser conjuntos de personas que se reúnen para vivir una afición, pero sin ánimo de transmitirla o de conseguir más gente. Doy de alta en algún sitio mi asociación, con cuatro gatos, nos montamos un local o buscamos un sitio donde reunirnos y buscamos algo de financiación en el Ayuntamiento. Y luego... a disfrutar. En algunos casos que he vivido, cuando llega uno de fuera porque está interesado y quiere aprender, la barrera es grande.

En otros lugares veo que dedican más tiempo a crear actividades para gente de fuera: las asociaciones son más "vivas", interactúan con su medio y van en busca de más personas con quienes compartir la afición. Se promocionan y son más activas y ambiciosas. Supongo que por eso hay más. Porque se promocionan, crecen y todo el mundo encuentra actividades atractivas a las que apuntarse. Tal vez les impulse buscar su propia financiación, para lo que buscan más socios y al final todo el mundo se entera que en el barrio hay un club de... mineralogía, por ejemplo.

Por poner un caso, y conste que no me baso sólo en él para hacerme una opinión y que entiendo que un solo ejemplo es una muestra insuficiente para fundamentar nada, tenemos DIYbio, una organización que promueve la creación de grupos de conocimiento e investigación biológica y, más concretamente, genética. En Estados Unidos hay más de 30 grupos. En Europa hay casi 30. O sea, para una población parecida, un número de grupos parecido.

Sin embargo, España, país de 48 millones de habitantes, tiene sólo un grupo, en Barcelona. Inglaterra, con 53 millones (o sea, no mucho más), tiene cinco. Australia, con menos de la mitad de nuestra población, tiene tres. Hay quien dirá que es cuestión de dinero. No, no: en mi opinión es 100% cultural. Creo que, salvo en fútbol y alguna otra cosilla, en España no hay costumbre de generar grupos de interés abiertos y con ganas de crecer y buscar personas fuera. Sí: para asociarnos para protestar o luchar por los derechos de colectivos somos la caña. Demasiado, me parece a mí. Pero no vamos más allá.

Empiezo a pensar que en España a eso de querer saber más de algunas materias y, sobre todo, decir que queremos saber más, le tenemos cierto repelús. No sé si es la tontería de no querer parecer sabiondos o niños repelentes o qué: a mí me encantaría saber mucho más de muchas cosas, y sería estupendo compartir aficiones con otros. Pero la realidad es que no hay muchos clubes en mi vecindario de cosas más allá del fútbol o alguna cosilla más. O igual los hay y no me he enterado. En cualquier caso, es un fastidio.

Aquí los contactos sociales son de estadio y bar. No digamos el bar en día de partido. No se va al club de robótica a conocer gente. Igual es que hay que poner como sede de una asociación de robótica el bar de la esquina, no sé. Bar de copas de noche, con lucha de robots los viernes por la tarde. Igual es, simplemente, que necesitamos que al Real Madrid o al Barcelona les dé por fomentar clubes de aficionados a, por ejemplo, la física. ¿Se imaginan? No, claro... Yo tampoco.

Por otro lado, y haciendo así una reflexión directa, sin haberle dado vueltas antes, no sé de ningún vecino en mi urbanización o padre de compañeros de mis hijos que sepa yo que tengan una inquietud de conocimiento de índole alguna. Los conozco que hacen algún deporte, sí. Pero no sé de nadie que sostenga en la piscina una conversación sobre tecnología, astronomía o algo que ha leído sobre un avance en física. Claro, que dudo que ellos crean que yo sí lo haría.

Igual nos tildarían de repelentes. Igual en España esto de querer saber más cosas está mal visto.

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