lunes, 2 de junio de 2014

10 razones por las que una escuela DEBE parecerse a una fábrica

Recientemente me llegó por Facebook un enlace a un artículo titulado "10 razones por las que una escuela se parece a una fábrica". El artículo es de un blog de un profesor que aboga por la interacción de nuevas tecnologías y educación. ¡Bien por él! Mi más sincero apoyo.

Supongo que estar en contra de cómo se hacen las cosas hoy puede llevar a terminar criticando lo que no está tan mal. Uno critica constructivamente y, un día, cruza esa línea de la racionalidad y pasa a decir cosas que, aunque parezcan muy bonitas, empiezan a estar poco fundamentadas... y corre el riesgo de acabar pasando al radicalismo. No ha llegado hasta ahí, pero con ese post sí ha cruzado la línea. Y conste que no critico el blog, que merece la pena, solo me parece que en este post se ha perdido la perspectiva.

La educación tiene cuatro actores principales: los niños, los padres, los profesores y las instituciones. El de Santiago Moll es un blog de profesor. El mío es un blog de padre. Supongo que ambos tenemos visiones diferentes del problema dadas nuestras diferentes circunstancias. Ignoro si el Sr. Moll es padre. Yo no soy profesor, pero lo fui. Mi mujer sí lo es y ejerce en un colegio.

Da la sensación de que el que un colegio se parezca a una fábrica es negativo. Se nos viene a la cabeza una imagen industrial y oscura de una fábrica del siglo XIX, de las de "Tiempos modernos". Pero una fábrica es así, y nuestra educación lo es también, por algo. Estoy de acuerdo en que no me gusta que sea como una fábrica en ciertas cosas, pero sí me gusta que lo sea en otras. Lo curioso es que en ese post sólo menciona las que sí me parecen bien, y ninguna de las que realmente me resultan criticables.

  1. El horario es rígido. No sé si se refiere al horario del colegio (la jornada escolar en sí) o al horario dentro del colegio, con el que se organizan los profesores. En cualquier caso, me parece estupendo que sea rígido. Yo, como padre, no puedo estar yendo a por mi hijo un día a las 3 y otro a las 5. Pero es que, además, no sé cómo pretende él alargar una clase si lo necesita: ¿no se mosqueará el profesor siguiente? En resumen, ¿qué propone? ¿Que los niños no sepan qué van a dar hoy? ¿Que los profesores tengan que ir improvisando si un compañero alarga o acorta una clase?
  2. Jornada. Un término que tiene de malo... ¿nada?
  3. Puntualidad. Yo me exijo puntualidad a mí mismo. Se la pido a mis amigos al quedar un sábado y a mis compañeros en el trabajo. Igual le da lo mismo que sus alumnos lleguen tarde, pero a mí me reventaba tener que explicar las cosas dos veces porque los alumnos de turno llegaban tan felices 10 minutos después de la hora. Evidentemente siempre hay casos y casos. Pero exigir puntualidad no es malo: lo malo sería no aceptar retrasos justificados y, hasta donde yo sé, mi mujer sigue anotando, pero no penando los retrasos.
  4. Productividad. ¡Esa palabra, bestia negra de nuestro país! Dejando aparte el estudio etimológico (el término "fabric" inglés hay quien piensa que también viene del latín), que se considere la productividad no me parece ni tan mal. La productividad y la creatividad no están reñidos y, de hecho, según en qué campos van de la mano. La pregunta es por qué quiero yo como padre que mis hijos sean creativos. Y quiero que lo sean porque así resolverán muchos problemas con mayor facilidad. Sobre todo, problemas que requieren de una "idea feliz", que no se redactan con un patrón. ¿Quiere evaluar eso? Es sencillo... Yo tenía un profesor de matemáticas que siempre nos ponía cinco ejercicios. De ellos, cuatro se ajustaban a patrones vistos. El quinto no. El quinto requería de pensamiento creativo. Quien no era capaz (porque somos todos diferentes y hay quien lo consigue y quien no), no resolvía el quinto problema. Aprobaba con notable, incluso, pero jamás con sobresaliente. El sobresaliente estaba reservado a aquellos que podían dar una vuelta más de tuerca a las cosas. Ese profesor era (y es, creo, si no se ha jubilado) un gran profesor. Muy bueno... Y nos enseñaba a ser bastante creativos, creo yo, dentro de su asignatura. Y podía hacerlo perfectamente dentro del sistema. Seguía midiendo a sus alumnos exactamente igual. Simplemente, se lo curraba más.
  5. Resultado. Pues igual que el punto anterior. Insisto en que resultados es lo que, como padre, quiero. No nos equivoquemos: resultados es lo que hay que tener. Y es lo que a mí me exigen. Y lo que le exigirán a mi hijo. Cuando dice al principio "la escuela está pensada para preparar a las personas para ayer y no para mañana", créame: si no exigen resultados les estarán preparando para nunca, porque mañana los exigirán también. Y no pasa nada. Y la diseñadora que tengo a mi lado en el trabajo, por mucha creatividad que le eche tiene que ser productiva y demostrar resultados, porque si no la despedirán, y con razón. Yo la despediría. Creatividad y productividad no están reñidos.
  6. Vestuario. Existe un argumento muy conocido en favor del uniforme: en centros donde hay grandes diferencias sociales mitigan estas diferencias gracias a que todos visten igual. Aunque no estoy plenamente a favor de este argumento, y no habla de uniforme, el vestir estereotipado proviene más de la moda que de las normas del colegio. Independientemente de esto, hay muchas empresas que tienen esas normas, debido a que sus trabajadores han de estar de cara al cliente.
  7. Timbre. Cuando yo era profesor era fácil que se me pasase la hora de terminar la clase. Me avisaba el profesor siguiente o, si no había clase después, alguno de mis alumnos. El timbre es una ayuda al profesor, no un problema.
  8. Reglamento. "La escuela se rige por un reglamento". ¿Prefiere la alternativa?
  9. Jerarquía. ¿Alguna alternativa?
  10. Arquitectura. La arquitectura moderna es así y lo es por algo. Si queremos edificios creativos y originales, genial. Pero son más caros. Creo que hay muchas cosas en que gastarse el dinero destinado a la educación que en pagar por edificios de revista de arquitectura. Y, conste... Seguro que aun en esos edificios hay áreas productivas y áreas de descanso.

Estoy de acuerdo al cien por cien con que la escuela actual está diseñada en el siglo XIX y que hay que cambiarla. También creo que hay que cambiar nuestro modelo energético y no por eso escribo un artículo sobre que las gasolineras parecen supermercados, con sus puntos de pago y todo eso. No hagamos retórica bonita y demagógica, porque acabamos alejándonos del problema real.

Mi queja como padre es que, como dice al principio de su post, a los niños no se les prepara para el futuro. Es más: me quejo de que no se les prepare para ser felices. Pero eso no creo que se arregle ni eliminando ciertas normas ni desenchufando el timbre. Mi hijo será más competitivo y creativo mañana cuando se le enseñe computación en el colegio; cuando le enseñen control financiero básico para manejar mejor el dinero cuando tenga esa responsabilidad; cuando se le enseñe a trabajar de verdad en equipo (no mandando trabajos en grupo sin decirles cómo organizarse); cuando la nota del examen no sea el 70% de la final; cuando se le diga qué se le da bien y se le ayude a explotar sus dones de forma efectiva; cuando pueda ser músico profesional, si quiere, sin necesidad de estudiar más horas que sus compañeros; cuando los padres podamos dejar y recoger a los niños sin hacer encajes de bolillos y así podamos disfrutar y ayudar en nuestra tarea de padres.

El colegio debería ser diferente por sus resultados, claro que sí: niños felices, que saben enfrentarse a la vida con una alta probabilidad de ser competitivos, encontrar lo que quieren hacer y ser felices haciéndolo. Que sepan majar su dinero, planificar su futuro y que tengan los instrumentos personales necesarios para conseguirlo. Y todo eso es medible y evaluable. Y conseguirlo es tarea del colegio y sus profesores, de los padres y de las administraciones.

Pero todo eso es bastante problema, grande y difícil de resolver, como para que nos fijemos en detalles absurdos como una forma alternativa de denominar a la "jornada escolar", ¿no os parece?

5 comentarios:

  1. Habiendo leído ambos artículos, sin tratar de ser taxativo considero que las 10 razones tienen bastante coherencia y se basan en afirmaciones de grandes personalidades como Ken Robinson. Tengo comentarios para casi todas las observaciones pero aquí pongo algunos:

    1. Horario rígido: Considero que no se refiere al extremo de quitar horarios ni a improvisar las horas de clases, sino más bien a flexibilizar el tiempo en ciertas actividades de aprendizaje relevantes que demanden, por ejemplo, más tiempo y que tienen una duración indeterminada.

    4 y 5. Productividad y Resultado: En el fondo, es similar al anterior. No afirma que se deben ignorar estos aspectos, de hecho son necesarios e importantes, sino más bien, cuidar que por priorizarlos, se llegue a obviar el desarrollo de la creatividad. En lugar de priorizar las tareas predictivas que se aplican en un proceso industrial, dar alternativa a tareas creativas o innovadoras que no siguen un camino lineal, en serie o con un tiempo prestablecido. Saludos

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    1. Ante todo, gracias por tu comentario.

      Solo tres notas:

      1. Que sean cosas que ha dicho Ken Robinson (cuyos libros he leído, por supuesto), me parece fenomenal, pero no las dota de infalibilidad.

      2. Sir Ken Robinson no dice que la puntualidad sea un elemento de presión, ni habla de timbres, ni pone en duda los reglamentos. Si el hecho de que Robinson diga algo no dota a esas palabras de infalibilidad, mucho menos el hecho de escribir basándose de refilón y añadiendo de la propia cosecha.

      3. Si hay algo (el sistema educativo, en este caso) que queremos criticar, es común compararlo con otra cosa que tiene clara connotación negativa (en este caso, la fábrica), a fin de desplazar la imagen que tiene el lector hacia un mayor negativismo (darle argumentos contra en sistema educativo, vamos). El problema es que considero absolutamente erróneo considerar la fábrica como elemento negativo y con este tipo de prácticas se empeora aún más su imagen. La fábrica es un entorno de productividad del que todos nos aprovechamos y donde sí se tienen en cuenta los procesos (y si no, que se lo digan a Toyota y su TPS). Tenemos esa imagen gris y oscura de "Tiempos Modernos" y parece que trabajar en una fábrica es lo peor del mundo.

      Como digo al principio, soy el primero en contra de cómo es nuestro sistema educativo, y comparto en general todo lo que Sir Ken Robinson dice en sus libros. Pero creo que irse más allá, argumentando cosas como que hay un timbre en la pared (mira tú qué cosa) nos pone en posición de irnos fácilemente a un radicalismo innecesario.

      ¡Muchas gracias por tu opinión, Wilmer!

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    2. Coincido con tu artículo. Ahora está de moda hacerse el educador revolucionario, el doctor House de las aulas, cuestionar el "método tradicional de enseñanza" y sobre todo está de moda esa conveniente analogía. Y pareciera que si defendés el modelo tradicional sos un dictador retrógrado, sólo porque no querés dejar que los alumnos hagan lo que se les antoje. Lo que no dicen estos Che Guevara de la tiza es qué alternativa proponen, y si les preguntás, te salen con respuestas absurdas que consisten básicamente en cambiar el orden por una anarquía librada al capricho del alumnado.

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  2. Creo que a esto se refiere el autor 10 Razones que relacionan la escuela con una fábrica, lo que Leandro llama "anarquía librada al capricho del alumnado". (Me parece estar escuchando al Generalísimo).
    El cambio es posible, pero hay que empezar por uno mismo, sin darse aires de grandeza y de ser el dueño absoluto de la verdad.
    Aquí tenemos un ejemplo de qué significa la cuestión de los horarios rígidos, del timbre, de la importancia de las instalaciones (arquitectura). Y sobre todo, de algo que se ve muy poco: niños con ganas de ir a la escuela.
    Deberíamos comparar a las escuelas con foros, con ágoras, con bibliotecas, con lugares del saber, NUNCA con una fábrica, que se caracteriza por introducir materia prima y convertirla en un producto de producción en serie, idéntico a otros miles, y donde se descarta al que se considera que tiene alguna imperfección. La educación debería construir personas, una fábrica construye productos. A la fábrica le interesa el resultado, la productividad, la educación debe centrarse en procesos. Y si formar robots para que encajen en un sistema nefasto y sean buenos obreros obedientes que marcan tarjeta puntualmente y son puntualmente infelices en un estado de alienación permanente es el objetivo, el sistema actual lo está haciendo muy bien.
    Lo que se espera en las escuelas de un alumno es un reflejo de lo que una sociedad espera de sus miembros. Por eso el cambio de paradigma debe empezar en las escuelas. Bien por los que se atreven a cuestionar, Bien por los que se atreven a cambiar.

    http://nr.news-republic.com/Web/ArticleWeb.aspx?regionid=7&articleid=37142947
    Los jesuitas eliminan las asignaturas, exámenes y horarios de sus colegios

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    1. ¡Muchas gracias por tu interés y el comentario!

      En primer lugar, conste que mi artículo no es una crítica al contenido del post de Santiago Moll (cuyo blog me encanta y sigo), sino a la forma. Y, curiosamente, no salgo en defensa de la educación actual, sino de la fábrica: usar la fábrica como imagen de lo negativo no hace más que aumentar y asentar la imagen negativa que se tiene de ellas, cuando son como son por algo y, además, están bastante bien diseñadas para lograr lo que persiguen.

      También menciono en el artículo todo lo que creo que hay que cambiar en la educación, que es mucho. Todos lo sabemos pero, por desgracia, no hay muchas soluciones propuestas o, por lo menos, no muchas sobre las que haya consenso.

      El intento de los jesuitas es uno más, me temo: un experimento. Espero que salga bien, pero nada nos indica que así será: deberemos esperar 10 o 20 años para saber a ciencia cierta lo felices y competentes que son esos niños en el mundo cuando sean mayores.

      Un saludo

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